lunes, 20 de febrero de 2012

La leyenda del Templo_Rudolf Steiner (1904).Extracto

“El contenido del mito es más o menos el siguiente:
En tiempos remotos uno de los Elohim creó al ser humano, al que le dio el nombre de Eva. Este Elohim se unió con Eva que dio a luz a Caín. El Elohim Javé o Jehová creó a Adán. También Adán se unió con Eva y de esta alianza nació Abel. De manera que Caín es directamente un hijo divino, mientras que Abel es el descendiente de Adán, creado como ser ...humano, y Eva.
El Dios Javé recibía con agrado las ofrendas de Abel, pero no las de Caín que no había nacido por su voluntad. La consecuencia fue que Caín, envidioso, cometió fratricidio, asestando el golpe mortal a Abel. Por ello fue excluido de la comunidad de Javé. Se retiró a otra región lejana donde fundó una generación propia.
De la alianza de Adán y Eva nació Seth, destinado a reemplazar a Abel. También la Biblia nos habla de Seth. De este modo se formaron dos generaciones humanas: la generación de Caín, descendiente de Eva y el Elohim, y la otra, descendiente de una pareja netamente humana que se había unido según la voluntad de Javé.
De la generación de Caín provienen todos los que han creado las artes y la ciencia en la tierra, por ejemplo, Metusael, el inventor de la escritura, la escritura Tau, y Tubal-Caín quien enseñó al ser humano a trabajar los minerales metalíferos y el hierro. Así se generó esta línea de la humanidad creada directamente por el Elohim, ella era la portadora de las artes y las ciencias.
De esta rama genealógica procedió también Hiram que fue el heredero de lo que, en el correr de los tiempos, los hijos de Caín habían acumulado en saber, arte y técnica. Hiram fue el arquitecto más grande y magnífico que se pueda imaginar.
De la segunda línea, la generación de Seth, nació Salomón que se distinguía en todo lo que provenía de Javé o Jehová. Poseía la sabiduría del mundo, todo lo que puede brindar la sabiduría serena, luminosa, esclarecida, propia de los hijos de Jehová. Esta sabiduría se expresa con palabras que llegan al corazón de los hombres, lo elevan, pero no puede realizar una obra concreta en cuanto a la técnica, al arte y la ciencia. Fue una sabiduría directamente inspirada por el Dios, no fue elaborada por el hombre, no surgió de la pasión humana, ni brotó de la voluntad del hombre. Esta última era de los hijos de Caín, de los descendientes directos del otro Elohim que fueron los trabajadores severos queriendo elaborarlo todo ellos mismos.
Ahora bien, Salomón decidió construir un templo, y encomendó la obra a Hiram, el arquitecto de la línea de Caín. Fue justamente en el tiempo en que Balquis, la reina de Saba, visitó a Jerusalén, porque había oído tanto el sabio Salomón. Y realmente quedó profundamente impresionada de la alta sabiduría esclarecida y de la hermosura de Salomón. Este le pidió la mano y ella aceptó desposarse con él. La reina se enteró también de la construcción del templo y quiso conocer al arquitecto Hiram. Cuando lo vió, recibió inmediatamente una honda impresión quedando cautiva por su mirada, lo que produjo una tensión de celos entre Hiram y Salomón, el sabio. Este habría querido deshacerse de Hiram, pero lo necesitaba para terminar el templo.
El templo se terminó en la fecha indicada, faltándole sólo una cosa: el mar de bronce. Este, obra maestra de Hiram, representaría el océano labrado en bronce, y serviría como adorno del templo. Hiram había preparado maravillosamente la mezcla de los metales, y todo está listo para la fundición. Pero ahora se inmiscuyeron tres oficiales a los que por ineficientes, Hiram había negado el título de Maestro. Juraron venganza y quisieron frustrar la fundición del mar de bronce. Un amigo de Hiram, enterado de la conjuración, se lo hizo saber a Salomón, para que éste evitara la ejecución. Pero Salomón, celoso de Hiram, dejó que las cosas tomaran su curso, para destruirlos. El resultado fue que Hiram tuvo que ver como la masa ígnea de los metales se esparció, porque los tres conspiradores habían agregado a la aleación una substancia indebida. Hiram quiso apagar las llamas echando agua, lo que sirvió sólo para aumentar el desastre. Al borde de la desesperación, se le apareció Tubal-Caín, uno de sus antepasados. Le dijo que se arrojara tranquilamente al fuego, porque era invulnerable. Hiram obedeció y llegó al centro de la Tierra. Tubal-Caín lo condujo ante Caín quien se hallaba allí en el estado divino original. Hiram fue introducido en el trabajo creativo del fuego, de la fundición de los metales, etc. De Tubal-Caín recibió un martillo y una escuadra de oro que debía llevar en el cuello. Hiram regresó y fue capaz de reparar el mal y terminar el mar de bronce.
Hiram obtuvo luego la mano de la reina de Saba, pero fue asaltado y muerto por los tres rufianes. Antes de morir, sin embargo, logró tirar la escuadra de otro a un pozo. Como nadie sabía donde estaba Hiram, comenzaron a buscarlo; Salomón mismo se sintió muy asustado y quiso investigar el caso. Como se temía que los tres sujetos traicionaran la antigua palabra maestra, acordaron una palabra nueva. La primera palabra pronunciada al encontrar a Hiram, sería la palabra maestra. Cuando Hiram fue encontrado, pudo decir todavía: "Tubal-Caín predijo que tendré un hijo del cual descenderán muchos otros, que poblarán la tierra y concluirán mi obra, el Templo". Entonces todavía indicó el lugar donde había caído la escuadra áurea. La llevaron junto al mar de bronce y ambos fueron guardados en el Sanctasantorum del templo. Sólo pueden encontrarlos aquellos que comprenden lo que significa esta leyenda de Salomón y su arquitecto Hiram.”
Rudolf Steiner
La Leyenda del Templo
Conferencia pronunciada en Berlín, el 4 de Noviembre de 1904

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