“ET INCARNATUS EST”
“La fiesta secular de Navidad y su Símbolo, el Arbol de
Navidad, expresan una inmensa nostalgia del corazón humano.
Este deseo que asciende del corazón se refiere a una realidad
de la cual tenemos un eco en la tierra. Las palabras que han resonado en el
inicio de nuestra era “Et Incarnatus Est de Spritu Sancto ex Maria Virgine”.
Generalmente no le
damos un verdadero sentido a estas palabras, que contienen el misterio de la
Encarnación, como tampoco lo hacemos al misterio de la Resurrección. El
pensamiento moderno que ha perdido el sentido de lo espiritual, no acepta la
encarnación de un ser nacido de una virgen, porque no les es posible ver en la resurrección el punto capital del
cristianismo. Es más, veremos en la
Inmaculada Concepción, lo que un sabio ha llamado: “Una insolente injuria hecha
a la razón” por lo que no se buscará si hay en este misterio un sentido
profundamente espiritual.
Y no obstante, el misterio de encarnación, el misterio de
un ser “Nacido de la Virgen María por la obra del Santo Espíritu”, es una
realidad aceptada por todos los
cristianos. Y fue así, ya antes de la Venida del Christo, aunque en un sentido
diferente. Los Magos que aportan al Niño, en el pesebre, los dones simbólicos
del Oro, del Incienso y de la Mirra, habían leído en los astros el Misterio de
una Concepción Virginal que desde milenios estuvo inscrita en ellos. Estos
Magos eran astrólogos, en el sentido de aquel tiempo; ellos tenían el
conocimiento de los sucesos espirituales
que son anunciados
por ciertos signos en el cielo.
Es así que en la noche del 24
al 25 de diciembre, en el año que hoy nosotros llamamos el Nacimiento de Christo, ellos vieron el Sol, simbolizando el Salvador
delo Mundo, Brillar en el Cielo en el Signo de la Virgen. Y los Magos sabían que cuando vieran brillar
el Sol en el Signo de la Virgen, en el curso de la noche del 24 al 25 de
diciembre, es porque un cambio profundo se cumplirá sobre la Tierra.”
Extracto Conferencia R.Steiner
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