domingo, 8 de mayo de 2011

ACCION DE MIKAEL ARCANGEL EN LA EVOLUCION


Escrito como introducción a la colección de leyendas publicadas bajo el título Aus Michaels Wirhen, por el Orient-Occident Verlag, Stuttgart – La Haya – Londres.
¿Por qué será que los corazones de aquellos que tienen un sentido para las cosas espirituales laten con mayor velocidad cuando el nombre de Miguel es pronunciado? Tales personas sienten en las profundidades de sus corazones que Miguel es un Ser que ha realizado un acto sin el cual la humanidad debería haber avanzado cada vez más a lo largo de un sendero que conduce a un abismo. Igual que Cristo realizó un acto por medio del cual Él obtuvo la victoria sobre la muerte, así Miguel, con otro acto, ha hecho posible para el hombre salvarse del completo endurecimiento en la existencia material. Cuando encontramos imágenes antiguas que representan a Miguel luchando con el dragón, debemos reconocer en este dragón esa influencia que busca conducir al hombre a la dureza y rigidez terrestre. Es esta influencia con la que Miguel lucha. En él, por tanto, no hay elemento alguno de dureza, sólo bondad, benevolencia e infinita movilidad.
Este proceso de endurecimiento que se observa en el curso de la evolución, y del cual Miguel busca salvar a la humanidad, es debido al hecho de que el mundo al cual pertenece el hombre es cada vez menos impregnado con las fuerzas de los Dioses. Ellos, los Seres divinos-espirituales, se han retirado ahora del mundo visible de los sentidos. Por esta razón el mundo ha llegado a ser descrito como es por la física moderna. Como el hombre cree que este mundo ‘abandonado por Dios’ es el único, cae víctima de ese proceso endurecedor del que se ha hecho mención. Miguel es el Ser que no abandonará al hombre y le dejará seguir su camino solo en este mundo endurecido y materializado. Mientras que los otros Poderes divinos se retiraron del hombre, Miguel le ha seguido como un fiel compañero, considerando su tarea liberar al hombre del enredo de la materia, y guiar su capacidad de conocimiento de tal forma que se convierte una vez más en un conocimiento del Espíritu. Igual que Cristo, el sublime Ser-Sol, unido Él mismo con la tierra en el momento del Misterio del Gólgota, para que Él pudiera dar a la tierra la posibilidad de una existencia futura, espiritualizada, así la misión de Miguel es iluminar las fuerzas del conocimiento en el hombre. Miguel trae al conocimiento humano aquella iluminación que hace posible verdaderamente comprender el acto de Cristo, y el Guardián de las Escuelas de Misterio a lo largo de las épocas.
Por medio de sus investigaciones espirituales, Rudolf Steiner fue capaz de rastrear el desarrollo de estos Misterios a un tiempo precedente a la llamada Edad de Hielo, en una región que desde la más temprana antigüedad ha sido conocida como la Atlántida. En su Ciencia Oculta, Rudolf Steiner describe el Oráculo-Sol en Atlantis como el principal centro para las enseñanzas de la sabiduría de los Misterios; y desde este punto irradiaron hacia el exterior las fuerzas para todo el desarrollo cultural de tiempos posteriores. Los Oráculos Planetarios estaban vinculados con este Oráculo-Sol y los Inspiradores de aquellos eran Mercurio, Marte, Júpiter y los demás Dioses descritos en la mitología Griega.
Cuando en el curso de largos períodos de tiempo, el continente que una vez se extendió sobre la región que ahora conocemos como el Océano Atlántico, se sumergió gradualmente – un hecho reconocido hoy por la geología – una gran parte de la humanidad vagó hacia el Este bajo la guía del Líder del Oráculo-Sol Atlántico. Mientras esta migración estaba teniendo lugar, el globo terrestre estaba experimentando un proceso de endurecimiento y gradualmente asumió aquella configuración que hoy forma la cara de la tierra. Un proceso de endurecimiento tuvo lugar también en la organización del hombre y llegó tan lejos que desde aquel momento en adelante, se podían preservar los restos óseos de la forma humana a través de las edades. El hecho de que no se hayan encontrado huesos pertenecientes al esqueleto humano que daten de tiempos anteriores, mientras que se hayan encontrado esqueletos animales, es una prueba de que los animales estuvieron envueltos en este proceso de endurecimiento antes que el hombre. En el curso de esta migración hacia el Este, el hombre desarrolló, en conjunción con el idioma Indo-Germánico, los primeros rudimentos del pensamiento. Al mismo tiempo allí surgieron los comienzos de la percepción sensible; el hombre comenzó a volver su atención al mundo visible de los sentidos. Los restos de pinturas fechadas en la Edad de Hielo que se encuentran en las paredes de las cuevas en Francia y España son maravillosos documentos que atestiguan la educación de la humanidad en la percepción sensible, una educación impartida por los grandes Maestros de la humanidad que fueron capaces de liderar el camino anticipando en ellos mismos el progreso normal de la evolución.
En este punto puede estar bien decir algo sobre el asunto del desarrollo de los pensamientos humanos. En su libro Die Ratsel der Philosophie (Los Enigmas de la Filosofía), Rudolf Steiner representa el desarrollo gradual del pensamiento moderno desde una consciencia de imágenes tal como se expresa en las mitologías de la antigüedad. Esta consciencia de imágenes estaba en su cúspide en los tiempos Atlantes, y por medio de esta fue posible para el hombre tener una relación directa con los Seres divino-espirituales. A través del período entero de la cultura oriental, hasta el tiempo de Homero, los Dioses mismos se aparecían entre los sacerdotes cuando éstos ofrecían sus sacrificios o estaban absortos en sus plegarias. Los Dioses dieron al hombre todos los dones celestiales que podían otorgarles. Fue posible en aquel tiempo entrar en conexión real con el Sol y la Luna, con Saturno y los demás planetas, y las ceremonias religiosas estaban organizadas de tal manera que estaban en armonía con los planetas según giraban en sus diferentes órbitas. Las ceremonias variaban de acuerdo con las estaciones del año y con el lugar en que eran celebradas. Eran muy diferentes las experiencias del hombre en lo alto de las montañas de sus experiencias en las profundidades de la tierra; eran diferentes sus experiencias al lado del mar, de las de tierra adentro, lejos del sonido del mar. En aquellos tiempos la gente sabía que son los Dioses los que traen al hombre el regalo del pensamiento. Los pueblos que se desarrollaron en los valles del Indus y el Ganges experimentaron su conexión con lo Divino de una manera diferente a aquellos pueblos que estaban expuestos al clima más intempestivo de la altiplanicie iraní. Protegida por poderosas, elevadísimas cadenas montañosas, y rodeados por un rico y fértil campo; era posible en la India que se desarrollara un pueblo lleno de amor por cada criatura viviente y que girara su vista hacia el interior, igual que, algo después, el pueblo Persa dirigió, no sólo su mirada sino también sus actos, hacia fuera en el mundo.
Tenemos en un documento Indio el reflejo terrestre, la imagen refleja de aquella gran batalla en el Cielo que Miguel libró con sus adversarios. Este documento es el Bhagavad-Gita, y constituye el tema de dos ciclos de conferencias pronunciadas por Rudolf Steiner. Esta batalla en el Cielo es la representación mitológica de un suceso que tuvo lugar realmente. Rudolf Steiner explica la existencia de aquellos fragmentos estelares conocidos por la moderna astronomía como los planetoides girando dentro de la esfera de Marte, al decir que son los testigos cósmicos de este poderoso combate. Están muy ciertamente conectadas con aquella batalla entre las legiones celestiales que eran conocidas por los antiguos bajo los más diversos nombres, y las designaciones medievales de las cuales están vinculadas con una tradición atribuida a Dionysos el Aeropagita.
A través de las edades la humanidad se ha esforzado en retratar en poderosas imágenes esta batalla entre los Poderes Superiores e Inferiores. Uno encuentra estas imágenes en la historia de Miguel luchando con el dragón, y de nuevo en aquella de Mithras venciendo al toro. Todas estas imágenes representan la superación de un poder inferior por uno superior. Miguel actúa como este poder superior; el poder inferior tiene que ver, no sólo con el dragón, sino también con un ser que se ofrece a sí mismo como un sacrificio voluntario, y que sigue el sendero del mal sin ser él mismo malo. Este Ser que escoge el sendero inferior como un sacrificio es el ‘Preparador del Camino’, alguien que preparó el camino para Cristo mientras Él descendía, etapa tras etapa, a la existencia terrena. Él es el ángel que Cristo envió delante de Él, y que posteriormente llevó el nombre de Elías. Miguel es el arcángel que predomina sobre este ángel. Todo lo que tiene lugar en la tierra por medio de la actividad de personalidades inspiradas por Elías, contiene dentro también la fuerza regente de Miguel. Hay, además, dos corrientes Micaélicas: la primera está directamente conectada con Micael, el Espíritu-Sol mismo; la segunda es guiada por Elías. La relación entre las dos es tal que se puede pensar como si fueran, en cierto sentido, la corriente del Sol y la corriente de la Luna; aunque ambos están bajo la influencia de Miguel. Las civilizaciones India y Persa tienen en mucho la misma relación la una con la otra. La cultura Zaratustriana Persa está directamente conectada con el Sol. El Dios Sol Ormuzd conquista al oscuro Ahriman. Precediendo y preparando el camino para esta corriente del Sol, tenemos la civilización de la India, con sus características más lunares, y su culto de Soma (la Luna). Durante la Epoca India la vida de pensamiento del hombre era tal que los pensamientos mismos eran percibidos por él como estando impregnados de alma y espíritu, teniendo una existencia real en aquella región en la que el hombre vivía con su ego. Esta región es el mundo etérico, que también puede ser vista como el tejido colectivo y la actuación de los planetas dentro de la esfera lunar. En la época de la civilización Persa el hombre experimentó un cambio en su relación con el mundo del pensamiento. El pensamiento, en su naturaleza esencial, estaba para él aún dotado de alma y lleno de vida; y aún sentía que esta esencia espiritual concreta se le estaba retirando gradualmente. A partir de experiencias como estas surgió esta imagen del mundo – una imagen donde los Dioses antiguos parecían estar enzarzados en la batalla.
Miguel experimentó este cambio en la vida-pensamiento de la humanidad como su propio destino. En la antigua India, experimentó la transferencia de este Reinado-Sol, con sus planetas tributarios, desde el reino del espacio dentro del curso del tiempo. La cultura de los siete Rishis consistía en el despliegue gradual en el tiempo de todo lo que había sido revelado por los Oráculos Planetarios de Atlantis que existían uno al lado del otro en el espacio, de todo lo que había sucedido a través de la distribución espacial y geográfica de la humanidad sobre la faz de la tierra. Así India se convirtió, como si dijéramos, en el lugar de nacimiento del tiempo, pues fue en la India donde las diferentes épocas de la cultura se hicieron secuenciales, precediendo y siguiéndose unas a otras en el tiempo. India fue la cuna de todas las civilizaciones posteriores. Ese ser que a través de las edades ha sido capaz de otorgar al hombre fuerzas vitales poderosas y fuertes, fue percibido por la consciencia India en la figura de Indra, una forma anterior de Miguel. Indra se convirtió en Miguel cuando le iluminó la luz de Cristo. La preparación para esta iluminación, sin embargo, salió de Persia. Ormuzd, rodeado por Sus sirvientes. es una gloriosa prefiguración de Cristo con Sus Apóstoles. Miguel actúa por medio de la comprensión de Cristo. No obstante Miguel no aparece en Persia como un Dios reverenciado y adorado en cualquier culto particular. Él emite la radiación de su luz, ocultándose a sí mismo, todo lo que hay detrás de su gloria. En tiempos pre-cristianos Miguel aparecía como una figura divina, de forma definida sólo a la consciencia nocturna del hombre. Y así los pueblos del ‘día’, tales como los Persas, cuya consciencia estaba dirigida más al mundo de los sentidos, conocían algo de la radiación clara del reino repleto de sabiduría de Miguel, pero no sintieron el impulso de adorar la figura divina del mismo Miguel en cualquier culto especial. Es cierto que en tiempos Indo-Germanos muy antiguos, Mithras era conocido como el Dios de Luz entre los otros Dioses; pero fue mucho después cuando los Misterios de Mithras se unieron a los Misterios Persas, ocupando el lugar central entre los demás cultos. Los Misterios de Mithras realmente pertenecen a aquel estado de cultura religiosa en el que se originó la adoración al toro. En la figura de Mithras, el pueblo Persa posterior contemplaba una figura profética de un futuro estadio de evolución. En los Misterios de Mithras estaban representados, como un impulso hacia el futuro, la imagen del hombre elevándose del enredo con la materia y así convirtiendo a Mithras, el vencedor del toro, en un verdadero Miguel.
Las almas de aquellos que pertenecían a la civilización Babilónica entraron en todo aquello que se revela al hombre cuando, durante su sueño, se une con el mundo espiritual. La actividad de Miguel, que era entonces adorado bajo el nombre de Marduk, era representada por la cultura Babilónica en una gran y maravillosa imagen. Rudolf Steiner nos ha dado una idea concreta de lo que se sentía y se experimentaba por la humanidad de aquella época. Cuando, durante el sueño, el hombre entraba en este reino que hoy experimentamos como oscuridad, se sentía unido con un ser vivo al que le dio el nombre de Tiamat. Se sentía más íntimamente conectado con este ser Tiamat, que con el mundo mineral, vegetal y animal. Este mundo, el mundo de la consciencia despierta, lo llamó Apsu. La evolución había alcanzado en aquel momento un punto en que el hombre tenía que separarse gradualmente de este vivir-junto con las influencias demoníacas de la noche, y experimentar la sabiduría con consciencia clara, despierta. En este punto de la evolución, Marduk-Miguel acudió al lado del hombre como un poderoso ayudante. Él, el Hijo de la Sabiduría, luchó con el dragón del sueño, le partió en dos; y de los demonios de Tiamat, de la urdimbre y trama de su piel, de allí surgió lo Superior y lo Inferior, el brillante mundo de las estrellas y, de las oscuras profundidades, surgió la incipiente vida de la tierra. Por medio de este acto de Miguel, que era conocido en la Escuela de Misterios de Caldea, y del cual el hombre experimentó el reflejo cuando meditando ejercía las más poderosas fuerzas de su alma, la humanidad gradualmente logró la consciencia diurna completa y despierta. Miguel es así el Líder del hombre, guiándole de una etapa de consciencia a otra.
Dos corrientes de evolución salen de Caldea. Una lleva a la historia del pueblo Judío, que, bajo la dirección de Abraham, desde Ur en Caldea, comenzaron a vagabundear. La historia del pueblo Judío es la historia de la preparación del cuerpo terrenal de Cristo a través de las sucesivas generaciones y está íntimamente conectado con el impulso del ‘yo soy’ que actuaba en la sangre de generación en generación. Miguel, como el ‘Semblante de Jehová’, aparece en esta corriente de evolución. La segunda corriente que salió de Caldea es más oscura, porque se desarrolló a lo largo de senderos puramente espirituales. Conduce de Caldea a Grecia.
Lo que fue experimentado en Caldea como sabiduría cósmica revelada en las trayectorias de las estrellas, aparece de nuevo en Grecia en la experiencia de la imagen-espejo terrestre de las estrellas, en la comprensión de la incipiente, floreciente vida de la tierra. Pues el Griego fue completamente cedido al mundo de los vivos. Es cierto que, para él, los pensamientos ya no estaban impregnados con el alma, como una vez lo habían estado, sino que estaban aún imbuidos de vida. Las Siete Artes Liberales – como fueron diseñadas en la Edad Media –aquellas artes que el hombre aún sentía conectadas con la actividad planetaria- tienen su origen en el pensamiento vivo que se extiende por Grecia desde el Asia Menor. La Gramática, Retórica, Dialéctica, Aritmética, Geometría, Música y Astronomía aparecen en la Edad Media como sirvientes de la diosa Natura, que, como Rudolf Steiner nos ha enseñado, es el mismo ser que fue adorado en los Misterios Griegos como Perséfone. Ella, la hija de Démeter, que fue violada por Plutón, es la representante del alma del hombre que ha sido tomada por fuerzas terrenales, pero que, aunque presas en el reino de la muerte, ha permanecido aún viva. Todo lo que se desarrolló posteriormente como la lógica, como el aprendizaje, es la imagen espiritual de la actividad del alma de Perséfone.
Lo que persistía y posteriormente se desarrolló en el mito de Perséfone, formando el contenido de los Misterios de Eleusis, era aún una realidad concreta en Éfeso en la era que precedía a la de Platón. En Éfeso, lo que se había formado en el mundo superior e inferior por medio del acto de Marduk persistía en las almas de aquellos que enseñaban y aquellos que eran instruidos. Lo que posteriormente se convirtió en una experiencia abstracta de Natura estaba en Éfeso aún imbuido de vida y ser. Aquellos que en los Misterios se entregaron al estudio de lo que hoy podríamos llamar ciencia natural, se aproximaron a este conocimiento a lo largo de dos senderos diferentes. Aquellos que siguieron el primer sendero experimentaron todo lo que surgía del submundo hacia la parte más íntima del hombre, agarrando lo Espiritual como el alma del hombre, llevado hacia delante por las fuerzas del amor, se esfuerza en agarrar el Espíritu. Por el segundo sendero, el hombre experimentaba las fuerzas que fluían de los espacios estelares, buscando con tranquila sabiduría transformar todo lo que llameaba hacia arriba desde el submundo. Y así a través de este íntimo intercambio de fuerzas del alma, surgía un conocimiento de la naturaleza enriquecido por las mutuas experiencias de unos individuos con otros. Natura-Perséfone se convirtió en un solo ser, representando ambos el alma humana y la naturaleza. Las almas de los discípulos, que aunque ardiendo de amor por el espíritu estaban aún buscando con las fuerzas del submundo, eran elevadas por la tranquila sabiduría de sus Maestros Iniciados a un reino donde podían contemplar aquellas fuerzas del mundo superior a través del cual son creadas las formas desde toda la eternidad. Este conocimiento maravillosamente íntimo y sensitivo que era al mismo tiempo un conocimiento de la naturaleza y una experiencia viviente de las fuerzas del alma, se transformó en la filosofía de Aristóteles en los dos conceptos de Forma y Materia. Y así la maravillosa vida de los Misterios se desvaneció en la forma muerta de la filosofía pero sólo para ser mantenida y preservada en otra época cuando el hombre estaba destinado a renunciar a la experiencia suprasensible para viajar durante un período a lo largo de un sendero puramente terrenal. Como un Guardián en la puerta de estas experiencias de los Misterios, Aristóteles preservó en la esfera del pensamiento humano tanta sabiduría como necesitaba por el hombre para su sustento espiritual. Mientras esto estaba teniendo lugar en la vida del pensamiento humano, y siendo así preparado el instrumento para una comprensión de la Palabra hecha carne, el cuerpo que iba a ser el vehículo para la Divinidad que descendía estaba siendo preparado por el pueblo Judío. Ellos renunciaron a lo que era desarrollado en tan completa y perfecta medida por los Griegos. Los Hebreos no produjeron escultura ni arquitectura. Todas sus fuerzas formativas estaban concentrados en la formación del cuerpo que había sido el trabajo de generaciones.
Miguel, el ‘Semblante de Jehová’, provocó un cambio completo en la consciencia del pueblo Hebreo. Tras mucha preparación este cambio fue finalmente cumplido por medio de la participación de Moisés. La historia que se cuenta del Ángel del Señor que se aparece a Moisés en la zarza ardiente en el Monte Horeb indica que Moisés, en una visión, e inspirado por el ángel del Señor, entró en un estado de consciencia en el que era capaz de experimentar lo Divino. Esta era la forma en la que, hasta este tiempo, el hombre experimentaba su Ego, embebido en la consciencia grupal de su pueblo e impregnado con la divinidad. En este ángel actuaba el ser Elías, la manifestación del poder de Miguel. El otro se reveló en Sinaí con truenos y relámpagos. Moisés experimentó clarividentemente en el relámpago la entrada en la cabeza humana de aquella sabiduría que está bajo la dirección de Miguel. Para Moisés esta fue ciertamente una experiencia clarividente; no obstante la semilla sembrada que posteriormente crecería desde la clarividencia y desarrollaría las fuerzas del intelecto puro. Por medio de este desarrollo espiritual el hombre iba a encontrarse a sí mismo como un ego en la esfera del pensamiento reflexivo. Miguel era por tanto conocido como el ‘Semblante de Jehová’, a través del cual el impulso del ‘yo soy’ entra en la evolución. Y así bajo la influencia del liderazgo de Miguel el hombre se hizo cada vez más intelectual, más firmemente establecido en su experiencia de la personalidad terrenal.
Desde alrededor del siglo VI a.C. hasta el tiempo de Aristóteles y Alejandro Magno, la actividad de Miguel era aún mayor. Pues durante este período de tiempo, la humanidad estaba bajo su directo liderazgo, sin la mediación de cualquiera de los arcángeles. Aquí tenemos que considerar que era la época de Miguel.
Lo que ha sido acogido en determinados centros como una vida espiritual intensiva ahora se despliega a lo largo de una gran porción de la tierra. Éfeso fue uno de los más poderosos centros espirituales y la fuerza de una sabiduría que fluyó en todas direcciones. Hay, por ejemplo, una conexión evidente entre los Misterios de Éfeso y el Cristianismo de Juan. El Templo de Éfeso fue destruido por el fuego en el año 356 a.C. y esta fue una señal de que la sabiduría que una vez había sido concentrada allí, viviría desde aquel tiempo en adelante sólo en las almas de aquellos que lo habían recibido, y que, actuando creativamente sobre su tesoro espiritual, iban a llevarlo a cualquier parte de la tierra, ellos estaban dirigidos por el destino.
Crátilo fue discípulo de Heráclito, y un Iniciado de la sabiduría de Misterios Efesianos. [Ver A Fragment from the History of the Mysteries (Un Fragmento de la Historia de los Misterios), de Ita Wegman] La fuente principal de información en relación con él se encuentra en el Diálogo de Platón que lleva su nombre. En adición a esto hay breves referencias a Crátilo en las obras de Aristóteles. Heráclito habló del flujo de las cosas en contraste con el mundo de lo eterno. Crátilo profundizó estas enseñanzas; pues él no vio en lo eterno nada estático, nada inactivo, sino la infinita movilidad de los prototipos espirituales de las cosas. En tanto que Heráclito se enojó con Homero porque éste describía el mundo transitorio, Crátilo era un admirador de Homero. Él amaba a Homero porque encontró en él una comprensión del contraste entre los Nombres Eternos de las cosas, dados por los Dioses, y los nombres arbitrarios dados por el hombre. Los Dioses dan a las cosas y seres los nombres que verdaderamente les corresponden, y los sonidos de éstos expresan su naturaleza esencial. Aquí yace el germen de la filosofía de Platón. Platón era discípulo de Crátilo, y él percibía la Idea fundamental subyaciendo en el trasfondo de las cosas en la misma media en que Crátilo percibió sus Nombres Eternos, los nombres que expresan su verdadera naturaleza. Nosotros por tanto vemos una corriente espiritual ininterrumpida fluyendo desde Éfeso por medio de Crátilo a Platón y Aristóteles. Todos estos individuos estaban inspirados con el propósito de hacer el mundo terreno, transitorio en una imagen de lo Eterno. En lo distinto y en lo diminuto sintieron el pulso del espacio cósmico. Esta es la señal de una era dominada por la influencia de Miguel.
Aristóteles, que conocía los secretos de los antiguos Misterios, anunció mucho de las enseñanzas de los Misterios en sus escritos, pero de tal manera que expresaba en forma de pensamientos lo que en tiempos anteriores había sido una visión directa. Él fue por tanto el primer pensador Occidental. Aristóteles fue conducido a hacer este cambio –que gradualmente se convirtió en el criterio de toda la cultura Occidental– por una visión espiritual que le vino en la isla de Samotracia, un punto salvaje, aislado surgiendo del mar y rodeado por la furia de las tormentas. Samotracia fue un centro de Misterios. Durante el tiempo que fue el maestro de Alejandro Magno, Aristóteles fue una vez a residir en la isla, y allí llegó un momento en que volvió su mirada espiritual hacia la costa de Asia Menor. Él vio entonces en una poderosa visión todo lo que había tenido lugar en el tiempo de la quema de Éfeso muchos años antes. La sabiduría que había sido preservada en los Misterios de Éfeso se perdió entonces para el hombre como conocimiento terrenal. Se inscribió, no obstante, en el éter cósmico, y fue en ese éter donde Aristóteles pudo leerlo. Desde este momento en adelante él sabía que había llegado la hora cósmica en que los antiguos Misterios debían decaer, cuando el intercambio vivo entre los Dioses y los hombres debían acabar, cuando nada iba a quedarle al hombre de todo aquel divino esplendor, excepto lo que pudo fluir como una fuerza espiritual en la existencia terrestre desde los reinos de los Dioses. Desde ese momento en adelante, el esplendor de la visión espiritual directa iba a desvanecerse, y la naturaleza con su multiplicidad de fuerzas iba a convertirse en el campo de la actividad humana. Aristóteles se dio cuenta de esto. Sabía que de ahora en adelante los seres humanos deberían vivir separados de las divinas Jerarquías; e inspirado por la revelación poderosa que le había venido encontró un escrito cósmico en el que se pueden leer los secretos del cosmos y del hombre. De esta manera nos explicó Rudolf Steiner lo que es conocido como las Diez Categorías de Aristóteles. Estas Diez Categorías nunca han sido completamente comprendidas o apreciadas, pues son algo más que conceptos escuetos, intelectuales. Tratadas de una manera viva conducen a un conocimiento espiritual del hombre y su relación con el universo.
Para apreciar completamente el cambio completo que tuvo lugar en la consciencia humana –un cambio que Aristóteles comprendió cuando expuso sus Diez Categorías– se debe hacer ahora referencia a las enseñanzas dadas por Rudolf Steiner en relación al desarrollo de los Misterios. Hay cuatro clases de Misterios que se han sucedido unas a otras en el transcurso del tiempo. La primera de estas, la llamada Antiguos Misterios, eran centros en los que el ser humano iniciado, el sacerdote, mantenía comunión directa con los Dioses. Los Dioses y los hombres estaban cara a cara los unos con los otros. Así era en los Oráculos de Atlantis; así era aún en aquel lugar que en la gran épica Babilónica es descrito como un centro de los Misterios Atlánticos, Xisuthros, adonde Gilgimesh dirigió sus pasos. Posteriormente, estos Misterios fueron reemplazados por Misterios de otra naturaleza, menos antigua, a medio camino, como si dijéramos, entre aquellos de una época anterior y aquellos de una época posterior. En Homero encontramos la transición que conduce a esta segunda época de los Misterios. En Homero, los Dioses épicos y los hombres están conectados íntimamente unos con otros, pero los Dioses ya no se revelan a los hombres en su forma divina, etérica. Más bien toman forma humana, entrando en seres humanos, a través de los cuales hablan. Aparecen en la figura de algún ser humano. En los trabajos de Homero encontramos continuamente al hombre enfrentado a este problema: ‘¿Es éste que ahora me habla un consejero, un Dios o un hombre?’ Los Dioses se hacían conocer por medio de los seres humanos. Esta fue la segunda etapa de los Misterios. Una usurpación de la personalidad, una revelación a través de la boca de un hombre, era lo que ahora tuvo lugar por parte de los Dioses. Y así continuó desde el tiempo de Homero hasta el de Aristóteles. Los Misterios de Éfeso estaban aún en su apogeo. La Diosa Diana que era adorada en Éfeso se revelaba por medio de un ser humano, y hablando por medio de este ser humano daba a conocer las enseñanzas de sabiduría de los Dioses.
Como resultado de su experiencia en la isla de Samotracia, Aristóteles sabía que esta forma de los Misterios había llegado a su fin. Los Misterios Samotracios eran Misterios de la tercera clase. Pertenecían a los Misterios más modernos mientras aún mantenían algo de los antiguos. En estos Misterios los Dioses se revelaban en lo que tenía lugar por medio de la magia y la alquimia. Se revelaban en procesos naturales también, procesos que eran de una naturaleza tal que, en ellos, la Naturaleza misma, sin la ayuda del hombre, actuaba mágicamente como un alquimista. Rudolf Steiner ha descrito lo que sucedió en los Misterios Samotracios. Las sagradas vasijas dedicadas a la Kabiria contenían una sustancia que era encendida por los sacerdotes; y según ascendía el humo de sacrificio, hablaba con unas determinadas palabras mántricas, dándole de ese modo forma. En aquello que surgía del poder combinado de la palabra y el trabajo de las manos que preparaban la sustancia inflamable, fugaces formas de los Dioses eran reveladas. El sacerdote entraba en contacto con los Dioses por medio del discurso. Aquí, Rudolf Steiner nos dice, está el origen del arte plástica Griega. Antes de que el escultor diera forma al mármol, el sacerdote creaba formas plásticas a partir del humo sacrificial por medio de la palabra hablada. El Oráculo Délfico estaba en muchos aspectos basado en principios similares, pero aquí el trabajo de fuerzas naturales fuera de la esfera del hombre entró en acción. La Naturaleza misma preparaba el vapor que ascendía de las grietas de las rocas y avanzaba como un dragón Plutónico a través del valle. Apolo disparó al dragón su dorada flecha. Pythia, entronizada en un sublime trípode muy por encima del vapor sulfuroso, en un estado de sueño clarividente, pronunciaba ciertas palabras en el humo, que el sacerdote de Apolo traducía en maravillosos versos.
Y así estos Misterios posteriores estaban preocupados con la derrota de un dragón por medio del armonioso poder de Apolo. Estaban, sin embargo, preñados con un cierto peligro, pues eran más propensos a la decadencia que los Misterios anteriores. Sólo donde Apolo realmente conquistó, donde el dragón Plutónico fue realmente transformado por el poder de la Palabra-Sol, solo en tales centros los Misterios retenían su pureza y su justificación cósmica. Moldearlos así fue uno de los actos de Miguel y con este acto estaba conectado Aristóteles. En sus Categorías creó la forma que iba a preservar, a través de esta tercera época de los Misterios, lo que las Jerarquías divinas habían conferido al hombre como un regalo. Pero como las Jerarquías ahora comenzaban a retirarse gradualmente de un mundo que, en su creación, manifestaba una siempre creciente escasez de Espíritu. Aristóteles ya no da a sus Categorías una imagen viva de los Seres Espirituales y la revelación de estos Seres, pero usa una terminología de trabajo que oculta profundos conocimientos esotéricos.
A través de la Edad Media y hasta los tiempos modernos, sólo se formaron conceptos muertos en relación con las Categorías. Rudolf Steiner ha llenado estos conceptos de vida. Aristóteles habla de ‘Relación’. Rudolf Steiner describe muy concretamente, a partir de su experiencia espiritual, cómo los Seres Espirituales están activos en el universo, y cómo entran en relación unos con otros. También describe cómo en los sucesos del presente, impulsos que surgieron en tiempos muy lejanos, están desarrollándose. Las relaciones entre los sucesos del presente, del pasado y del futuro son así revelados, y una maravillosa imagen surge de todo lo que está incluido en la Categoría ‘Relación’. Otra de las Categorías Aristotélicas es ‘Cantidad’, que abarca todo lo que está relacionado con la medida, el número y el peso. El hombre cuyas fuerzas del alma están perfectamente armonizadas ha comprendido en su propio ser lo que la medida, el número y el peso puede dar a su pensamiento, sentimiento y voluntad. Ha descubierto su propio tono particular en la Música de las Esferas. Lo que es caracterizado como ‘Cualidad’ aparece en la Antroposofía de Rudolf Steiner –en su aplicación al ser humano– de tal forma que esta última revela la existencia no sólo de fuerzas físicas, sino también suprasensibles que fluyen dentro de él desde los planetas, las estrellas fijas de los límites más lejanos del espacio universal, y que son llamados por Rudolf Steiner las fuerzas etéricas, astrales y Egóicas.
‘Espacio’ es la ‘situación’, la ‘posición’ de las cosas en el cosmos. En una cosmología omni-abarcante, Rudolf Steiner también describe todo aquello de naturaleza espacial en su proceso gradual de ‘llegar a ser’. La imagen Antroposófica del mundo incluye el concepto ‘Tiempo’, la secuencia de una cosa después de otra, las condiciones cosmológicas de períodos sucesivos de la evolución terrestre con sus correspondientes cambios geológicos y épocas culturales. El tiempo se muestra a sí mismo como discontinuo, es decir, interrumpido, cuando el proceso del mundo se retira de la esfera de la apariencia externa dentro de su esencia espiritual pura, una etapa del ser que pertenece a la esfera de la duración eterna. Este paso de los procesos del mundo a través de diferentes regiones es lo que está comprendido en la Categoría ‘Posición’. La ‘Posición’ aquí no es entendida en un sentido espacial solo, sino que la palabra describe sobre cuáles de los planos cósmicos, es decir, en qué esferas terrestres o celestiales, sucede algo. Lo que Rudolf Steiner llama el mundo etérico, o tierra del espíritu, pertenece a esta Categoría. ‘Acción’ es todo lo que revela el trabajo del Espíritu y consecuentemente incluyen el progreso completo de la evolución. El ‘Sufrimiento’ es todo lo que dificulta esta evolución. Todo lo que puede ser caracterizado como actividad Luciférica o Ahrimánica está bajo la Categoría de ‘Sufrimiento’. El Destino (Karma) también está conectado con esta Acción y Sufrimiento. La ‘Sustancia’ es aquello que tiene existencia independiente; es lo definitivamente concreto, por ejemplo, el ser humano individualizado. La ‘Sustancia’ no es, por tanto, simplemente materia, como la plata o el oro y sus transmutaciones, sino un estado definido, cosmológicamente condicionado de la materia tal como está presente aquí y ahora, Y la Categoría ‘Sustancia’ incluye el alma y el espíritu del hombre tras la muerte, con todos las variadas etapas de trasformación. La fuerza y la materia no están separadas en los mundos superiores, así se puede usar la palabra ‘fuerza’ en vez de ‘sustancia’ y ‘sustancia’ en vez de ‘fuerza’. El ‘comportamiento’ es aquella manifestación de un ser por medio del cual él revela su aura, la vestidura de su alma; él manifiesta la naturaleza de su alma externamente, sin desviarse hacia el lado de Lucifer o hacia el lado de Ahriman. Es la manifestación del alma en un estado de equilibrio perfecto, y por tanto incluye todo lo relacionado con el Cristo. Lo que ha sido dicho de ninguna manera pretende ser una vista general exhaustiva de las enseñanzas de las Categorías, pues esta enseñanza es tan rica, que si las vivimos, comenzamos a reconocer que toda la sabiduría del mundo está contenida en ellas potencialmente y puede ser utilizada por aquellos que son capaces de dominarla.
Cuando el Misterio del Gólgota tuvo lugar, Miguel y sus huestes estaban en la esfera del Sol. No todos los seres humanos están encarnados en la tierra a la vez; y sabemos por Rudolf Steiner que precisamente aquellas almas que habían vivido sobre la tierra durante la anterior Era de Miguel no estaban entonces en encarnación. Las almas que pertenecían a la otra corriente de Miguel estaban sobre la tierra. Su líder, como ya ha sido observado, era el Ser Elías, el ángel a quien el Señor envía por delante de Él. Este ser se reencarnó como Juan el Bautista.
En las alturas espirituales, Miguel era el Guardián de los Misterios. En la vida de Cristo sobre la tierra se manifestó abiertamente ante los ojos de todos los hombres el contenido de lo que en tiempos antiguos tuvo lugar en el más íntimo santuario de los Misterios. Lo que hasta el momento había sido una verdad puramente mística era ahora revelado como un suceso histórico. Y esta verdad mística, es decir, el contenido de la visión espiritual más temprana, se convirtió en un hecho externo, histórico. Esta apertura de los Misterios provocó un cambio decisivo en el destino de Miguel. A partir de entonces Miguel era un Ser que se revelaba durante las experiencias de esta consciencia nocturna. Era sólo a esta consciencia nocturna a la que le manifestaba todo su poder y fuerza. Ahora los Misterios eran de dominio público. El velo que ocultaba el más sagrado santuario de Jehová fue desgarrado. Hasta ese momento Miguel había sido el ‘Semblante de Jehová’. Ahora se convirtió en el ‘Sirviente de Cristo’.
Antes de la venida de Cristo el Principio Divino-Profético le hablaba al hombre durante las experiencias de la noche. Ahora el hombre tenía que hollar un sendero de conocimiento diferente. Tuvo que aprender a vivir con lo Divino en su consciencia diurna, no en los sueños de la noche. Fue Miguel quien ayudó a hacer el cambio posible. Pero de ahora en adelante él mismo requería una mayor fuerza. Antes del Misterio del Gólgota era el Espíritu guía del pueblo Hebreo. A través del Misterio del Gólgota se convirtió en un Espíritu cuya tarea residía fuera de las limitaciones de una determinada comunidad o raza. Esto es mostrado en la tendencia que apareció inmediatamente en el Cristianismo, la tendencia a volverse hacia los Griegos y los paganos y tenerlos en la misma consideración que a los Judíos. El trabajo de San Pablo demuestra esto mismo con mucha fuerza. Un impulso cosmopolita apareció en lugar de la antigua dependencia de Jehová. Las fuerzas del Sol se hicieron activas e impregnaron la oscuridad. Aunque ésta no era la Época de Miguel –Oriphiel, el Espíritu del oscuro Saturno, tenía entonces el liderazgo– el descenso del Espíritu-Sol a la tierra tuvo tal efecto que todos los pueblos, aunque bajo el dominio de Oriphiel, desplegó una actividad cosmopolita asociada con la influencia de Miguel. Así fue posible para el Cristianismo extenderse de la manera más maravillosa, aunque esto sucedió muy por debajo de la superficie, y la importancia de lo que tuvo lugar pasó desapercibida para la mayor parte de la humanidad de aquella época. La Edad Lunar de Jehová dio paso a la Edad Solar de Cristo.
Siempre que una transición tiene lugar desde la actividad Lunar a una condición en la que las fuerzas del Sol están actuando con más fuerza, Rafael, el Espíritu de Mercurio, hace su aparición. Su influencia se ve claramente en el tiempo del Misterio del Gólgota. Los antiguos le dotaron con un báculo, alrededor del cual se enroscaban una serpiente blanca y una negra, símbolos del continuo intercambio del flujo y reflujo de las experiencias nocturnas y la consciencia diurna.
Así Rafael juega su papel en el tremendo cambio que tuvo lugar en la consciencia de los diferentes pueblos que, viviendo en una época regida por Oriphiel, buscaba liberarse de la oscuridad de la noche y volverse al Sol espiritual. Esto es por lo que la historia de los tres siglos posteriores al Misterio del Gólgota representa tan a menudo a Miguel como un sanador. Rafael es el Guardián del Arte de la Curación; e igual que Cristo trabajó como Sanador, así también lo hizo Miguel.
Se le dedicó un Santuario como Sanador en la vecindad de Éfeso: Chonai. La Leyenda nos cuenta que este santuario fue construido por un hombre de Laodicea cuya hija fue curada allí por las aguas de un manantial que poseía propiedades milagrosas. Este manantial tenía su origen en el mismo punto en que, poco tiempo antes, Juan y Felipe habían proclamado al pueblo que Miguel se manifestaría. José de Arimatea también, que es representado con el cáliz y el bastón con nudos, aparece como una metamorfosis del precristiano Ascelpius. El Dios Griego de la Curación llevaba en una mano el bastón con las serpientes entrelazadas (Caduceo) y en la otra un cáliz. A través del suceso del Gólgota la serpiente se cambió en la paloma que vuela sobre el cáliz. Y este cáliz, bajo la sombra de las alas de la paloma y llena con la sangre de Cristo, está íntimamente vinculado con la leyenda del Santo Grial, que se originó en un tiempo en que Rafael era el Espíritu Regente de la época. Así Rafael aparece unido con la nueva actividad de Miguel. Los Rosacruces de la Edad Media eran conscientes de este Misterio de Rafael. De ahí se encuentran obras de arte Rosacruces que representan a Mercurio como un cáliz en el que el Sol y la Luna vierten su luz de oro y plata.
Como el poderoso Suceso del Gólgota se había hecho parte de la historia humana, había tenido lugar algo que toda alma humana debe aprender a comprender. Cristo pasó por el Misterio del Gólgota por el bien de todos los hombres. No todas las almas humanas, sin embargo, experimentaron el Misterio del Gólgota mientras estaban físicamente encarnadas en la tierra. Hubo muchas que en el tiempo de Cristo estaban viviendo en el mundo espiritual entre su última muerte y el nuevo nacimiento esperándoles en el futuro. Según la investigación espiritual de Rudolf Steiner hubo entre aquellas almas algunas que en su vida previa sobre la tierra habían sido contemporáneos de Aristóteles, y que habían aceptado sus enseñanzas. Estos seres humanos tenían por tanto que esperar la siguiente encarnación antes de que pudieran aprender a comprender el Cristianismo en su forma terrestre. Durante el siglo IX d.C. muchas de esas almas que habían vivido en el momento de Aristóteles descendieron a la tierra una vez más. Mientras tanto, la evolución sobre la tierra se había desarrollado a lo largo de determinadas líneas. La vida cultural de esta época estaba concentrada fundamentalmente en la parte Sur de Europa y en determinadas regiones del Norte de África. La gente que vivía en aquellas regiones, y que estaban más o menos influenciadas por los efectos secundarios de la filosofía Griega, aún experimentaban el pensamiento como algo recibido por el hombre como una tradición o como una revelación directa de un mundo espiritual. La experiencia de pensamientos como la creación del hombre mismo hizo su aparición posteriormente, y no estuvo presente en el hombre de estas regiones del Sur hasta cerca del siglo IV d.C.
Fue en el momento de la migración de los pueblos del Norte, cuando el pueblo Germánico emprendió su camino hacia el Sur, cuando aparecieron ciertos seres humanos que llevaban en sus almas una predisposición a dirigirse a la experimentación del pensamiento como el producto del esfuerzo individual. E incluso entonces esta forma de experimentar el pensamiento dormitaba bajo la superficie, cubierta por la civilización Greco-Romana, hasta que en el siglo XI forjó un sendero para sí mismo. Aquí de nuevo tenemos que tratar de un cambio en la consciencia humana. La receptividad pasiva de pensamiento dió paso a un pensamiento activo. Una experiencia pasiva de pensamiento es un eco del modo pasivo, ensoñado del alma que pertenecía a los tiempos precristianos. La actividad del pensamiento es un despertar a todo lo que Miguel se ha esforzado en ganar para la humanidad desde el Misterio del Gólgota. Cuando en el curso del siglo IX los contemporáneos de Aristóteles descendieron una vez más a la vida terrestre, se encontraron con una actitud del alma que hizo posible para determinados individuos experimentar aún el pensamiento como un regalo de los Dioses. En esta encarnación durante el siglo IX era posible que un alma, que en su vida terrestre previa había estado completamente absorta en la persecución de la sabiduría, progresara renunciando a la sabiduría durante aquella vida terrestre, y llevando en vez de eso una vida de piedad y devoción. Debemos imaginarnos un ser humano de este tipo, uno que se había entregado previamente por completo a pensamientos filosóficos, y que ahora trasmutaba este mismo poder del pensamiento en interioridad y con esta actitud del alma experimentaba y contemplaba el mundo a su alrededor. Fue como si a través de la sabiduría, nacida de nuevo en el alma humana individualizada, experimentara una transformación y se convirtiera en amor. Estas almas se convirtieron en Cristianos.
Todo esto tuvo lugar en regiones donde los pueblos del Norte encontraron a los del Sur que aún llevaban dentro de ellos mismos la cultura de tiempos antiguos. Aquí, en el medio de anchas extensiones de bosques que en aquella época aún cubrían la parte occidental de Europa, el Cristianismo Irlandés proclamó su propio mensaje especial. Esto tuvo lugar, no en los grandes asentamientos, sino en la soledad de los alrededores naturales, en bosques y cavernas. Así la sabiduría de la antigüedad –impregnada de amor y con la devoción por la naturaleza que nace de un Cristianismo generoso– fue transformada según pasaban los años en la maravillosa flor del Escolasticismo. Lo que así tuvo lugar en las almas humanas como una íntima transformación de la vida del pensamiento es el resultado de la actividad de Miguel. Él condujo a los seres humanos lejos de la antigua sabiduría hacia la libertad, hacia la libre actividad del pensamiento individual, para que en el futuro, a partir de su propia fuerza, podrían una vez más encontrar su camino de vuelta a lo Divino. Las leyendas que surgieron entre los siglos IV y VII representan a Miguel como el Guardián de esta actividad de la voluntad en el pensamiento, como el Ser que causa un inmenso cambio en la vida del pensamiento humano. Pues la claridad cristalina y la perfección de forma, la cualidad de pensamiento revelada por los Escolásticos del siglo XIII nunca ha sido sobrepasada.
El cambio completo que el Escolasticismo del siglo XIII provocó en la humanidad fue trascendental en sus efectos. Igual que un tremendo trastorno geológico altera completamente la faz de la tierra, de tal modo que donde había anteriormente tierra ahora hay agua, y donde hubo una vez una vasta extensión de océano ahora se eleva un nuevo continente, con una fuerza indescriptible, el Escolasticismo se apoderó de la constitución espiritual de la humanidad, cambiando completamente sus contornos. Hasta el momento, los mitos y alegorías habían conservado los conceptos de filosofía de forma vívida, pictórica. Estos ahora desaparecieron y en su lugar se desarrolló gradualmente un lenguaje finamente cincelado, más plástico, muy adecuados para la expresión del pensamiento puro. La base de esta enseñanza estaba en los monasterios. La filosofía Aristotélica se usaba para la interpretación de la naturaleza y el Cristianismo, y el lenguaje más pictórico del Platonismo y el Neoplatonismo se desvanecía en el trasfondo. Un mundo de poesía fenecía, y daba lugar a un mundo de pensamiento cristalino, definidamente delimitado, las formas trasparentes, delicadas de lo que reflejaba con muchos colores la luz del Espíritu. Así el instrumento para la adquisición de conocimiento espiritual e intelectual fue creado y elaborado, hasta que, algunos siglos después, fue cambiado completamente una vez más, manifestándose en la forma del pensamiento científico de los tiempos modernos.
Durante estos siglos una cierta parte de la humanidad, retirada en el aislamiento de las celdas monásticas, trabajó en el perfeccionamiento de este instrumento de conocimiento. Es como si estos seres humanos pasaran por parte de la existencia tras la muerte antes de su propia muerte, mientras aún vivían en la tierra, y al hacer eso arrebataban dese el otro lado ciertas fuerzas de la muerte que eran necesarias para la humanidad moderna, y que por este medio podían ser traídas a la vida humana.
En las Órdenes Religiosas de la Edad Media las fuerzas del alma inherentes a cada ser humano eran acogidas y desarrolladas. Los Dominicos se concentraron especialmente en el desarrollo del pensamiento claro y racional, mientras que el impulso detrás de los Cistercienses, el impulso sentido por los Cistercienses como el pulso vivo de su Órden, era el entrenamiento de la voluntad. Los Franciscanos, por otra parte, aspiraban sobre todo a desarrollar su vida de sentimiento. Cada una de estas Órdenes, en su propia esfera especializada, acogió y fomentó una vida de completo retiro y aislamiento. En el caso de Tomás de Aquino sucedió lo milagroso; pues él, predominando sobre todos sus contemporáneos, llevó en su alma como una fuerza viva aquel mundo perdido de la poesía que había sido transformado en la magnífica arquitectura del pensamiento. Todo esto lo llevaba en su interior, experimentándolo plenamente en las profundidades de su propio espíritu, de tal modo que, por el bien del progreso humano, sería capaz de emitirlo de nuevo con una nueva forma, una forma que iba a convertirse en el estándar aceptado de conocimiento en siglos futuros. Joachim de Flore tenía razón cuando hablaba de esta época como un tiempo maduro para la revelación de un nuevo e inmortal Evangelio, un Evangelio que tenía que surgir a su debido tiempo, cuando la época del Padre en los tiempos pre-Cristianos, y la época del Hijo en los tiempos Cristianos, hubieran pasado. La humanidad no tenía que entrar en la tercera fase, la época del Espíritu.
Mientras tanto, Miguel, el Regente de la Inteligencia, estaba preparando todo lo que en tiempos futuros iba a ser reunido en un poderoso todo. Igual que en el ‘yo soy’ las fuerzas del pensamiento, sentimiento y voluntad están contenidas en: Yo pienso, Yo siento, Yo quiero, así en el futuro todo lo que se desplegó y desarrolló separadamente en las Órdenes Religiosas debe ser unificado y reunido.
No fue, sin embargo, tarea del ‘yo soy’ sumergirse en las fuerzas del alma de la manera en que esto era provocado por la caída de Lucifer. Por el contrario, algo tuvo ahora que suceder que estaba en completa oposición a la tentación Luciférica. En los mundos espirituales, lo que había sido diferenciado sobre la tierra tenía que ser unido. Y esto sucedió mientras la diferenciación de fuerzas sobre la tierra continuó durante un tiempo.
Esta persistente diferenciación se muestra no sólo en la vida esotérica de las Órdenes Religiosas, sino que se revela también en la historia externa. La grieta entre Inglaterra y Francia se ensanchó cada vez más. Esto era simplemente el símbolo externo del desarrollo gradual de una nueva consciencia intelectual, una que, basada en una acción auto-consciente, y haciendo uso de las fuerzas del pensamiento y la observación, iba a crear un nuevo concepto del universo.
La Doncella de Orleans (Juana de Arco) está estrechamente relacionada en todo lo que tuvo lugar en conexión con esto. Su misión era ayudar a Miguel en su tarea de construir una civilización basada en el Alma Consciente, una forma de consciencia que tiene que cultivar un pensamiento libre del elemento de los sentidos y una observación dedicada a la percepción de los fenómenos como tales. Para este propósito era necesario que los pueblos Romano y Anglosajón se separaran. Así vemos a Miguel trabajando por la unidad en las alturas espirituales, por la diferenciación en la tierra, y con esta actividad doble anunciándose en la edad moderna. En el desarrollo de un punto de vista del mundo adecuado a esta edad moderna, vemos surgir una imagen del mundo que sitúa al Sol –la morada de Miguel– en el centro del esquema completo.
El impulso cosmopolita que subyace detrás de los viajes de descubrimiento emprendidos en este tiempo es una clase de reflejo sobre la tierra de lo que estaba teniendo lugar en los mundos espirituales. Los exploradores estaban repletos de un coraje inspirado por Miguel mientras aún pertenecían a una época de evolución de Marte. Samael, el Espíritu de Marte, trabajaba en sus más bajos impulsos e instintos, pero en su esfuerzo cosmopolita y religioso estaban conducidos por Miguel. La búsqueda del misterioso Sacerdote-Rey Juan, una búsqueda que inspiró a muchos un viaje de descubrimiento, es un reflejo del hecho de que los seres humanos de aquella época eran sutil y subconscientemente conscientes del trabajo de Miguel en las alturas espirituales. Miguel es el espíritu que lleva a las últimas épocas de la evolución humana el conocimiento de los Misterios del pasado, para que en el momento actual y en los que están por venir, la humanidad pueda estar inspirada al experimentar de nuevo la divina gloria que iluminó aquellas edades hace tiempo pasadas. Miguel es responsable del impulso que estimula los corazones de los hombres al comienzo de la edad moderna, enviándoles en viajes de descubrimiento y así unirles espiritualmente con el pasado.
El reino del Sacerdote-Rey Juan, cuyas cartas tuvieron un efecto tan trascendente en los asuntos mundiales, debe ser buscado en los mundos suprasensibles. En el mundo espiritual se encuentra aquel centro que se reveló sobre la tierra al inspirar a los seres humanos hacia actos cosmopolitas.
La historia muestra cómo las fuerzas oscuras, opositoras, del enemigo trabajaban en el reino iluminado por el Sol de Miguel, pues la avaricia por el oro y el egoísmo mancillaron el primer impulso puro de los descubridores. Así nuestra edad moderna nació en un momento en que se libraba una guerra entre Miguel y sus adversarios. La invención de la imprenta es un ejemplo de esto, ya que de ese modo se daba un impulso a la humanidad capaz de promover la vida espiritual en un sentido cosmopolita, pero capaz también de destruir la vida del espíritu. Ahriman entró en la cultura humana, y la pregunta era: ¿Cómo respondería la humanidad a esta influencia?
Así en el curso del siglo XV tuvo lugar aquel tremendo cambio del que nuestra propia época nació gradualmente. Una concepción materialista del mundo se generalizó, y el cultivo de una forma espiritual de vida estaba limitado, en su mayor parte, a gente muy simple, que en el aislamiento de refugios Rosacruces preservaron en sus corazones la continuidad del desarrollo espiritual. Tales trabajos, como el Matrimonio Químico de Valentin Andreae, cuya importancia ha sido señalada por Rudolf Steiner, da algunas indicaciones de lo que era entonces practicado en secreto. Este método Rosacruz de desarrollar las fuerzas del alma y el espíritu, aunque originado en tiempos Cristianos muy tempranos, no obstante se habían desarrollado con la humanidad que progresaba, y desde el principio del siglo XIII en adelante existió de aquella forma particular que fue conocida, poco después, como Rosacrucianismo.
A través de la época en que el hombre estaba cayendo en las garras de la duda a causa del creciente sutileza del pensamiento conducido al punto del sofisma –un desarrollo del que no sólo los escritos filosóficos sino también los registros de muchos Concilios son testigos– El Rosacrucianismo preservó una maravillosa fe y una creencia interna en la realidad de un mundo espiritual detrás de todas las cosas físicas. Estas experiencias espirituales surgieron de fuerzas de interioridad y devoción a través de las cuales el alma aún era capaz de adquirir conocimientos, en tanto que el resto del mundo en la época de la naciente Alma Consciente estaba ocupado exigiendo pruebas intelectuales. Aunque hubo sólo unos pocos que ocultos, quizás, cultivaron esta unión con el mundo suprasensible en corazón y alma. Ellos eran los canales de una corriente ininterrumpida de vida espiritual sobre la tierra. Inadvertidos a los ojos de los hombres, los Rosacruces eran capaces de dedicarse por un lado al Espíritu y por el otro a aislarse de sus actividades espirituales y trabajar en la vida práctica según las necesidades de la nueva era demandaban, igual que otros hombres.
Los líderes del Rosacrucianismo conscientemente se esforzaban en crear la interacción armoniosa de estos dos aspectos de la vida del alma que eran, en un principio, separados y distintos. Miguel permaneció al lado de aquellos que aún experimentaban un mundo espiritual en Imaginaciones vivas y también al lado de aquellos en los que, lo que una vez había sido Imaginación vivía más en la forma de ideas. Él perdió el acceso a aquellas almas solas que por medio de la duda y de la manía por las pruebas intelectuales fueron aislados del mundo espiritual. El matrimonio de la verdadera experiencia espiritual con una vida de pensamiento e ideas puras, tal es el gran ideal de la época del Alma Consciente. Pues la vida en el mundo de los pensamientos puros es de la misma naturaleza del Alma Consciente y la Imaginación es uno de sus facultades superiores. De esta manera Miguel trabaja del mismo modo en la vida del hombre de experiencia suprasensible y en su vida de pensamiento e ideación.
En el período desde el siglo XV hasta el XIX es claramente evidente que bajo la influencia de Miguel, la humanidad, mirando atrás al principio al Renacimiento y la Reforma, fue desplegándose una fuerte consciencia del presente. La personalidad pasó poderosamente a primer plano. Y finalmente los hombres comenzaron a darse cuenta de una fase de desarrollo en aproximación traída por su propia actividad y llevando dentro de ella las semillas del futuro. Este esfuerzo por un nuevo ordenamiento de todas las condiciones de la vida humana es revelado en la Revolución Francesa, que estaba animada por la influencia a través de Inglaterra hacia Francia del impulso del Alma Consciente. Pero la Revolución Francesa no consiguió todo lo que debería haber logrado en línea con el verdadero propósito del progreso. En aquellos tiempos la gente se abría los unos a los otros. Un pueblo vertía la vida de su alma en otro. Las ideas Anglo-Americanas de libertad afluían a Francia; la cultura Francesa a Alemania; el Este bebió ávidamente en lo que estaba actuando en Alemania.
Una corriente de vida del Alma y del Espíritu estaba así fluyendo desde el Oeste hacia el Este, conteniendo dentro de él el impulso que debería haber pasado sobre la tierra como una verdadera ordenación de la vida de los pueblos unos con otros. Un esfuerzo final poderoso para guiar el curso de los eventos correctamente se hizo por medio del Conde de Saint Germain, que trató de despertar al pueblo Francés a la comprensión de cómo deberían actuar en el sentido de su gran Muerte, escuchando las voces de aquellos que habían cruzado el umbral al mundo espiritual. Su propósito era crear un nuevo orden social a partir de un impulso religioso, pero su voluntad no pudo prevalecer. Él jugó un papel mucho más importante en los eventos de aquel tiempo de lo que se le atribuye por los historiadores. Y así sucedió que el poderoso impulso espiritual no pudo encontrar un cuerpo social para sí mismo. Napoleón apareció en escena y con él una corriente del antiguo ‘Faraonato’ Egipcio vertido en la humanidad Europea. Impulsos que surgían de la sangre comenzaron a determinar los destinos de las naciones. A través de la campaña Egipcia de Napoleón Europa aprendió a conocer las momias y los tesoros Egipcios del arte, y poco después -siguiendo los descubrimientos de Champollion– a leer los jeroglíficos egipcios. Una cultura puramente externa, vacía de alma, tiranizó Europa.
Y entonces, como protesta, surgió Johann Gottlieb Fichte, en cuya filosofía del ego –Cristianizado y elevado lejos de los antiguos impulsos de la sangre– Jehovah-Miguel habló al hombre en el idioma de su alma. Miguel estaba actuando en los discursos valerosos de Fichte que, como Rudolf Steiner dijo, hizo una nación del pueblo alemán que había sido hasta el momento dividido en multitud de familias y ramas de linaje. Por medio de Fichte y muchos poetas de genio el entusiasmo de la juventud fue despertado y el ‘Estado-Momificado’ de Napoleón se rompió en mil pedazos. El fruto del coraje Micaélico de Fichte fue destruido por los baldíos políticos aterrados de Metternich. Europa Central no pudo realizar su legítima tarea y misión que era, al servir al Espíritu, ser un ejemplo de una verdadera alianza de pueblos basada en la nobleza de la humanidad.
En sus Discursos a la Nación Germana, Fichte había dicho que debe ahora surgir aquello por lo que los no nacidos estaban suplicando. Las plegarias de los nonatos habían actuado como una poderosa inspiración ya en la Revolución Francesa, como un impulso de Miguel.
Rudolf Steiner nos ha dicho que el cuento de hadas de Goethe La Serpiente Verde y la Hermosa Lily es una imagen en miniatura de los sucesos en el mundo espiritual de aquel tiempo. La historia describe el descenso de las almas, el cruce del río de la pasión al encarnar. Describe el deseo en el corazón del hombre, que debe darse cuenta durante la encarnación de que el mundo espiritual está en la orilla lejana de este río, y que sólo a lo largo del sendero de la vida antes del nacimiento, puede el alma humana que busca, estar unida con el Espíritu que le dio a luz. Pero lo que Goethe legó a la humanidad de una manera tan espléndida se quedó en mera literatura y ahora, después de la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial), hay una tarea esperando que se cumpla: la búsqueda, el recorrido del camino al mundo espiritual y la formación de la humanidad en un cuerpo social verdadero y digno sobre la tierra entera. El objetivo de Miguel es provocar aquel verdadero conocimiento y comprensión de Cristo que, viviendo fuera en acción moral, conduce al individuo a la libertad y al mundo en su totalidad a la armonía.
Dra. Ita Wegman (Zurich)
Traducción de Luis Javier Jiménez
 

 
 

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