miércoles, 7 de noviembre de 2012

Obra del Angel en Nuestro Cuerpo Astral R.Steiner



Una  comprensión antroposófica del espíritu no puede quedar como una simple interpretación teórica del mundo; tiene que ser como la levadura, como un poder real en la vida. Sólo cuando logremos profundizar esta visión del mundo de tal manera  que cobre una vida real en nosotros, cumplirá adecuadamente su misión. Pues uniendo nuestras almas con esta Concepción Antroposófica del Espíritu nos convertiremos en los “custodios”, por así decirlo, de procesos muy concretos y significativos en la evolución de la humanidad.
Sea cual sea su visión del mundo, los hombres están convencidos de que los pensamientos y las ideas no tienen “significado”, excepto en el contenido de sus propias almas. Los que sostienen tales opiniones creen que los pensamientos e imágenes mentales son “ideales”, que solo se incluirán en el mundo en la medida en que el hombre pueda objetivarlos mediante la acción física.
La actitud antroposófica postula la convicción de que nuestros pensamientos e ideas encontrarán la forma y la manera de que entren en vigor, a través de nuestras acciones en el mundo físico. El reconocimiento de este principio fundamental implica que el antropósofo debe estar atento a las señales de los tiempos.

Constantemente están sucediendo grandes acontecimientos en la evolución del mundo, y es responsabilidad de los hombres, sobre todo de los hombres de nuestro tiempo, adquirir una verdadera comprensión de lo que está pasando en el proceso evolutivo en el que estamos inmersos.
En el caso del ser humano individual, todo el mundo sabe que debe tenerse en cuenta su grado de desarrollo, no sólo ante los hechos externos y sucesos a su alrededor. Piensen en ello por un momento. Acontecimientos externos, físicos se están llevando a cabo en torno a los seres humanos de 5, 10, 20, 30, 50, o 60 años. Pero nadie en su sano juicio va a esperar la misma reacción a estos acontecimientos a la edad de cinco años, diez, de veinte, de cincuenta, o de los setenta años. De los seres humanos se puede esperar que reaccionen a su entorno teniendo en cuenta su edad y su estado de desarrollo. Todo el mundo admitirá esto en el caso del ser humano. Pero así como hay etapas claras en la evolución del ser humano individual, y  la naturaleza de sus poderes y facultades son diferentes en la infancia, la vida media y la vejez, ocurre también con los poderes y facultades que posee la humanidad como totalidad; el curso de su evolución está cambiando constantemente.
Sin tener en cuenta el hecho de que el carácter de la humanidad es diferente en el siglo XX de lo que fue en el siglo XV, por no hablar antes del Misterio del Gólgota, estamos dormidos en el proceso de evolución del mundo. Uno de los mayores defectos, una de las principales fuentes de aberración y confusión en nuestro tiempo, es la incapacidad para prestar atención a esto, así como la noción prevaleciente de que es posible hablar del hombre o de la humanidad en términos de generalizaciones abstractas, que no hay necesidad de considerar a la humanidad implicada en el proceso continuo de la evolución.

¿Cómo podemos adquirir una visión más exacta sobre estas cosas? Como ustedes saben, a menudo hemos hablado de una etapa importante en la evolución de la humanidad, la época de la civilización grecolatina, que duró desde el siglo VIII AC hasta aproximadamente el siglo XV, fue el período de evolución del Alma Racional, a partir del siglo XV comenzó el desarrollo del Alma Consciente. Este es un factor en la evolución de la humanidad, que esencialmente se refiere a nuestro propio tiempo. La fuerza primordial en la evolución humana desde el siglo XV hasta el comienzo del tercer milenio, es el Alma Consciente.
Pero en la verdadera Ciencia Espiritual no debemos quedarnos en generalizaciones y abstracciones, en todas partes y en todo momento debemos esforzarnos en comprender los hechos concretos. Las abstracciones son, como mucho, útiles para satisfacer la curiosidad en el sentido más corriente del término. Si la Ciencia Espiritual tiene que ser la levadura y la fuerza esencial de la vida, la seriedad debe superar la curiosidad y no debemos pararnos en abstracciones como las que acabo de exponer. Realmente es importante que debido a que estamos viviendo en la época del Alma Consciente, tengamos en cuenta su desarrollo, pero no debemos detenernos ahí.
Para llegar a una concepción clara de estas cosas, debemos ante todo tener en cuenta, detalladamente, la naturaleza del hombre. En el sentido de la ciencia espiritual, los miembros del ser humano, empezando de arriba hacia abajo, son: el Yo, el cuerpo astral, el cuerpo etérico -que últimamente se está llamado también el cuerpo de fuerzas formativas- y el cuerpo físico. El Yo es el único de estos miembros en los que vivimos y funcionamos como seres de alma y espíritu. El Yo se nos ha implantado en la evolución de la Tierra por los Espíritus de la Forma, como he indicado en diferentes conferencias. Fundamentalmente hablando, todo lo que entra en nuestra conciencia se hace a través de nuestro Yo. Y al menos que ese Yo, a medida que se desarrolla, pueda permanecer conectado a través de los distintos cuerpos con el mundo exterior, tendríamos la conciencia que tenemos durante el sueño. Es el Yo el que nos conecta con nuestro entorno, el cuerpo astral es el legado de la evolución Lunar, el cuerpo etérico de la evolución Solar y el cuerpo físico, en sus primeros rudimentos, de la evolución de Saturno.
Pero si estudian la descripción de estas entidades que tienen en el libro “La Ciencia Oculta: un bosquejo”, se darán cuenta de que esta constitución cuádruple del hombre llegó a existir en un proceso muy complicado. ¿No es evidente a partir de los hechos presentados en este libro, que los Espíritus pertenecientes a todas las Jerarquías participaron en la formación de las tres envolturas del ser del hombre? ¿No es evidente que nuestra triple envoltura compuesta de cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo astral, es muy complicada?. No se trata simplemente de que estas envolturas deban su origen a la cooperación de las Jerarquías. Las Jerarquías siguen trabajando constantemente en su interior. Y los que creen que el hombre no es más que un aparato de huesos, sangre, músculos, etc…, de los que habla la ciencia natural, la fisiología, la biología y la anatomía, no tienen conocimiento de su naturaleza real.
Si realmente estudiamos estas envolturas del hombre, nos damos cuenta de que los seres espirituales de las Jerarquías Superiores trabajan conjuntamente con un propósito lleno de sabiduría y elaboran todo lo que ocurre, sin que seamos conscientes de ello, en nuestras envolturas corporales. De la breve reseña que he dado en La Ciencia Oculta, la cooperación que se llevó a cabo entre los seres particulares de las Jerarquías, a fin de que el hombre pudiera llegar a existir, se darán cuenta de lo intrincados que son los detalles. Sin embargo, si queremos entender al hombre tendremos que elaborar y concretar más y más todo este proceso.
En este dominio, es extremadamente difícil incluso poder formular una pregunta concreta, debido a la enorme complejidad de todas estas preguntas. Supongamos por un momento que alguien preguntara: ¿Que estaba haciendo en el cuerpo etérico del hombre en el año 1918 del presente ciclo de evolución la Jerarquía, digamos, de los Serafines o de los Dynamis?, porque sin duda puede hacerse esta pregunta, al igual que podemos preguntarnos si llueve o no llueve en Lugano en el momento presente. Ninguna pregunta puede ser respondida por la mera reflexión o teorización, sino únicamente por la determinación de los hechos. Al igual que tendríamos que averiguar, por medio de un telegrama tal vez, si llueve o no en Lugano, es necesario investigar los hechos mismos, con el fin de obtener la respuesta a una pregunta como: ¿Cuál es la tarea de los Espíritus de la Sabiduría o de los Tronos en el cuerpo etérico del hombre durante el presente ciclo de evolución?, este tipo de pregunta es indescriptiblemente compleja y no podemos hacer más que una aproximación a los ámbitos en los que se plantean. Deberíamos tener cuidado en no curiosear demasiado alto y convertirnos en seres arrogantes y altaneros en nuestros esfuerzos por alcanzar el conocimiento de tales temas.
En términos generales, es la perspectiva más cercana a nosotros -la que nos concierne directamente- de la que podemos obtener una visión clara. Este es el punto de vista que debemos mirar, si no queremos permanecer dormidos en nuestro proceso de evolución como parte de la humanidad.
Quiero, pues, hablar de una cuestión menos vaga e indefinida que la pregunta de qué están haciendo en nuestro cuerpo etérico los Dynamis o los Tronos. Voy a hablar de otra cuestión que es de interés inmediato para los hombres del presente. Esta es la pregunta: ¿Qué están haciendo los Ángeles, los seres espirituales más cercanos al hombre, en el cuerpo astral humano en el actual ciclo de evolución?

El cuerpo astral es el miembro más cercano al Yo, obviamente, por lo tanto nos concierne la respuesta a esta pregunta vital. Los Ángeles son la Jerarquía inmediatamente encima de la Jerarquía humana. Así que la pregunta no es excesivamente arrogante y veremos cómo puede ser contestada. ¿Qué están haciendo los ángeles en cuerpo astral del hombre en esta época actual, que comenzó en el siglo XV y se extenderá hasta el inicio del tercer milenio?
¿Qué se puede decir en sentido general cuando se trata de responder a una pregunta como ésta?. Sólo se puede decir que cuando se persigue fervientemente la investigación espiritual,  no es una cuestión de hacer juegos malabares con las ideas o palabras, sino que se abre paso en el ámbito real donde el mundo espiritual se vuelve perceptible, pero esta pregunta, en realidad, sólo puede responderse de manera fructífera en la época del alma consciente.
Ustedes pueden pensar que si esta pregunta se hubiera hecho en otras épocas, la respuesta probablemente habría tenido lugar. Pero ni en la época de la clarividencia atávica ni en la de la civilización greco-latina podría esta pregunta ser contestada, porque las imágenes que surgían en el alma del hombre de la clarividencia atávica oscurecían la observación de los hechos de los ángeles en su cuerpo astral. No se veía nada de esto, precisamente porque estaban en él las imágenes dadas por la clarividencia atávica. Y en el período greco-latino, no se pensaba con la misma fuerza como lo hacemos hoy. El pensamiento se ha fortalecido como consecuencia directa de la  ciencia natural. Por tanto, es en la época del Alma Consciente que esas cuestiones pueden ser objeto de un estudio consciente. La fecundidad de la vida por la Ciencia Espiritual debe ser demostrada por el hecho de que no nos limitamos a navegar en teorías, sino saber cómo decir las cosas que realmente importan.
¿Qué están haciendo los ángeles en nuestro cuerpo astral?. La convicción de lo que están haciendo nos vendrá cuando hayamos alcanzado un cierto grado de clarividencia y seamos capaces de percibir lo que realmente está pasando en nuestro cuerpo astral. Por tanto debe haberse alcanzado un grado mínimo de conocimiento imaginativo si esta pregunta debe ser contestada.

Entonces se nos revela que estos Seres de la Jerarquía de los Ángeles, en particular, a través de un trabajo concertado, aunque en cierto sentido, cada ángel también tiene su tarea en relación con cada ser humano individual, estos Seres forman imágenes en el cuerpo astral del hombre.
Bajo la dirección de los Espíritus de la Forma (Exusiai), los Ángeles forman imágenes. A menos que alcancemos el nivel de conocimiento imaginativo no sabremos que las imágenes están constantemente formándose en nuestro cuerpo astral. Surgen y desaparecen, pero sin ellas no habría ninguna evolución en la humanidad del futuro de acuerdo con las intenciones de los Espíritus de la Forma.
Los Espíritus de la Forma pretenden, en primer lugar, es desarrollar en imágenes lo que desean lograr para nosotros durante la evolución de la Tierra y más allá. Y de estas imágenes surgirá, más adelante, la humanidad transformada, otra realidad. Estas imágenes anticipadas en nuestro cuerpo astral, ya las están generando hoy los Espíritus de la Forma a través de los Ángeles y el pensamiento evolucionado hasta el nivel de clarividencia puede captarlas.
Si somos capaces de controlar estas imágenes, se hace evidente que se tejen en conformidad con impulsos y principios muy definidos. En ellas  están contenidas las fuerzas para la evolución de la humanidad futura. Si observamos como llevan a cabo este trabajo los ángeles -por extraño que parezca, uno tiene que expresarlo de esta manera: es evidente que tienen un plan bien definido para la futura configuración de la vida social en la tierra, su objetivo es engendrar en los cuerpos astrales de los hombres imágenes tales que crearán las condiciones definidas en la vida social futura.
Aunque los hombres se resistan a aceptarlo, eso no cambia el hecho de que los Ángeles pretenden despertar en ellos ideales para el futuro, pero es así de todos modos. Y de hecho en la formación de estas imágenes los Ángeles trabajan con un principio definido, a saber, que en el futuro ningún ser humano podrá encontrar la paz ni disfrutar ninguna felicidad si a su lado otros seres humanos son infelices. Un impulso de fraternidad en el sentido absoluto, la unificación de la raza humana en la Hermandad bien entendida. Este va a ser el principio rector de las condiciones sociales de existencia física. Ese es el principio del acuerdo con que los ángeles forman las imágenes en el cuerpo astral del hombre.
Pero hay un segundo impulso en la obra de los Ángeles. Ellos tienen ciertos objetivos a la vista, no sólo en relación con la vida social exterior, sino también con la vida anímica del hombre. A través de las imágenes que inculcan en el cuerpo astral su objetivo es, que en el futuro todos los seres humanos podrán ver en todos y cada uno de sus semejantes una divinidad oculta.
Entiéndanlo bien, la intención que subyace en el trabajo de los ángeles, marcará un cambio, nunca, ni en la teoría ni en la práctica podemos considerar al ser humano como un animal superior, teniendo tan solo en cuenta sus atributos físicos: hemos de acercarnos a todo hombre con el sentimiento plenamente desarrollado de: “hallase presente en el ser humano algo que, procedente de los fundamentos divinos del mundo, se manifiesta a través de la carne y de la sangre”. El impulso depositado en las imágenes por los Ángeles es que, con la mayor seriedad e intensidad, concibamos al hombre como imagen que se manifiesta desde el mundo espiritual.
Una vez que esto se cumpla, habrá una consecuencia muy definida. La base de todo sentimiento religioso libre que se desarrollará en la humanidad del futuro será el reconocimiento, no sólo teórico sino práctico, de que todo ser humano está hecho a imagen de la Divinidad. Cuando llegue ese momento, no habrá necesidad de ninguna coerción religiosa, porque entonces cada encuentro entre un hombre y otro se establecerá como un rito religioso, un sacramento, y nadie va a necesitar una Iglesia particular con instituciones  físicas para sostener la vida religiosa. Si la Iglesia capta correctamente su propio cometido, ha de hacerse innecesaria, desvanecerse en el plano físico, ya que la totalidad de la vida se convertirá en la expresión de lo suprasensible. Otorgar al hombre la completa libertad en la vida religiosa es lo que subyace en los impulsos, en la obra de los Ángeles.
Pero existe todavía un tercer propósito: ofrecerle al hombre la posibilidad de llegar al espíritu mediante el pensamiento; y, con la ayuda de este, cruzando el abismo, llegar a la vivencia de lo espiritual.
Ciencia Espiritual para el espíritu, Libertad religiosa para el alma, Fraternidad para los cuerpos: he ahí lo que resuena, cual armonía cósmica, en la labor angélica en los cuerpos astrales humanos. Solo hay que elevar la conciencia a cierto nivel superior, para sentirse transportado al maravilloso taller donde los Ángeles actúan en esos cuerpos astrales.
Estamos viviendo en la era del Alma Consciente, y en esta época los ángeles trabajan en los cuerpos astrales de los hombres como he descrito. El hombre gradualmente debe llegar a captar conscientemente esta actuación, puesto que forma parte de su evolución. Es parte del proceso de la evolución humana. ¿Cómo puede hacerse tal afirmación? ¿Dónde debemos buscar esta obra de los ángeles?
Hoy en día podemos encontrarlo solamente en el hombre dormido, en los estados de sueño, tanto en el efectivo sueño nocturno, como cuando duerme con los ojos abiertos.  Muchas veces he insistido en que los hombres duermen para los asuntos más importantes, aunque estén despiertos. Aunque no sea muy placentero decirlo, al recorrer el mundo con los ojos abiertos, se tropieza con muchísima gente dormida, permanecen indiferentes a los asuntos del mundo, sin interesarse, sin preocuparse, sin identificarse con nada. Aunque la gente parezca despierta, les pasan inadvertidos los grandes acontecimientos del mundo, como pasa inadvertida cualquier cosa que suceda en la ciudad, al hallarse dormido. Pero precisamente cuando los hombres, como si fuera en duermevela, pasan por alto algún evento especial, y totalmente al margen de lo que quieran o no quieran saber, es cuando en sus cuerpos astrales puede mejor realizarse la trascendental proeza de los Ángeles.
Estos procesos se desarrollan, a menudo, en una forma que podría parecernos enigmática y paradójica; hay personas que se nos antojan completamente indignas de entrar en relación con el mundo espiritual; lo que sucede en realidad, es que, en su actual encarnación, esas personas, tremendos dormilones, no se enteran de  lo que ocurre en torno suyo; sin que al mismo tiempo, el Ángel, de conformidad con el coro de los Ángeles, deje de trabajar en sus cuerpos astrales, en bien del futuro de la humanidad: su cuerpo astral está siendo utilizado; puede observarse. Lo que realmente importa, sin embargo, es que los hombres deben ser conscientes de estas cosas. El alma consciente debe elevarse al nivel en el que sea capaz de reconocer lo que sólo se puede descubrir de esta manera.
Con estas premisas, comprenderán por que la actual época del alma consciente avanza hacia un acontecimiento bien determinado, y como sea que nos hallamos en esta época, dependerá de los individuos como se objetive el acontecimiento en la evolución de la humanidad. Podrá producirse con un siglo de atraso o de adelanto, pero, en rigor, es forzoso su advenimiento en la evolución humana.
Para caracterizarlo, diremos que los hombres, en virtud de su alma consciente, de su pensamiento consciente, han de llegar a intuir cómo trabajan los Ángeles para preparar el porvenir humano. Las correspondientes enseñanzas de la Ciencia Espiritual han de convertirse en sabiduría practica, sabiduría que permita al hombre abrigar la firme convicción de que es su propio caudal sapiencial, su propio saber, el reconocer que los Ángeles tienen las intenciones que acabo de caracterizar.
Pero el progreso de la raza humana hacia la libertad ha ido ya tan lejos que depende del hombre mismo si va  a continuar dormido ante el acontecimiento respectivo, o caminar hacia él en plena consciencia. ¿Qué significa ir hacia él en plena conciencia? Hoy en día, puede estudiarse la Ciencia Espiritual, ahí está y solo necesitamos estudiarla. Aunque se pueda fortalecer el estudio mediante la meditación, siguiendo las indicaciones practicas del libro “Como se adquiere el conocimiento de los Mundos Superiores” será una ayuda adicional. Lo esencial y necesario es el estudio de la Ciencia Espiritual, comprenderla pleniconscientemente. Hoy día puede estudiarse esta Ciencia incluso sin adquirir facultades clarividentes propias, simplemente evitando prejuicios que obstruyan el camino. Cuanto más se estudie la Ciencia Espiritual, cuanto más asimilen sus conceptos e ideas, tanto más ira despertando su conciencia de modo que ciertos eventos ya no les pasaran inadvertidos, sino que desfilaran ante ellos en plena consciencia.
Estos eventos se pueden caracterizar con mayor detalle, pues saber lo que el Ángel está haciendo es sólo la fase preparatoria. Lo fundamental es que la humanidad, gracias a la obra angélica, capte un triple mensaje ¿Cuándo? Eso depende del comportamiento humano; puede producirse antes o después, o en el peor de lo casos, nunca.
  • En primer lugar, se mostrará cómo su genuino interés permitirá al hombre entender la parte más profunda de la naturaleza humana. Llegará un momento que los hombres no deben dejar pasar dormidos, en que recibirán, transmitido desde el mundo espiritual por los Ángeles, un impulso que estimule su interés hacia el prójimo, interés mucho más profundo del que, hoy día estamos dispuestos a abrigar. Ese aumento de interés por nuestro prójimo no será simple cambio subjetivo de un estado  anímico, sino un a modo “de sacudida”. Al hombre le será sugerida desde el mundo espiritual, la efectiva revelación del misterio que es el otro hombre. Con esto, introduzco algo real, no una reflexión teórica, los hombres recibirán una experiencia respecto al prójimo, que les interesará luego, ratificar en cada uno. He aquí el primer mensaje, que beneficia particularmente la convivencia social.
  • En segundo lugar: desde el mundo espiritual, el Ángel revelará al hombre que el Impulso de Cristo implica amén de todo lo demás la más absoluta libertad religiosa, comprender que solamente es verdadero cristianismo, aquello que asegure esa plena libertad religiosa.
  • Y en tercer lugar: a la intuición irrebatible de la naturaleza espiritual del mundo.
Este evento debería realizarse de tal manera que el alma consciente del hombre participe en ella. Esto es inminente en la evolución de la humanidad, pues el Ángel está trabajando en este sentido a través de las imágenes tejidas en cuerpo astral del hombre. He de advertirles, sin embargo, que este acontecimiento por venir depende ya de la voluntad humana. Los hombres pueden dejar de hacer ciertas cosas, omitirlas. Y efectivamente, son muchos los que se abstienen de llevar a cabo lo que habría de conducir a la vivencia despierta del momento señalado.
Pero eso no es todo. Como ustedes saben, hay otros seres en la evolución del mundo, que se interesan por desviar al hombre de su camino; son las entidades ahrimánicas y luciféricas. Lo dicho hasta ahora corresponde a la evolución divina de los seres humanos, pues si el hombre se entregara cabalmente a su propia naturaleza, llegaría a la intuición de lo que hace en Ángel en su cuerpo astral. Pero la evolución luciférica tiende a desviar al hombre de la comprensión de la labor desarrollada por la Jerarquía Angélica ¿Cómo tratan esos seres de conseguir esa desviación?. Dificultando la libre voluntad del hombre; tratando de oscurecerle la práctica de su libre voluntad, no apartándole de ser bueno, pero suprimiendo su libre voluntad, la posibilidad del mal. Desde el punto de vista que estoy exponiendo, son buenas las intenciones de Lucifer, el pretende el bien, lo espiritual del hombre, pero un bien automático, sin intervención de la libre voluntad. Pudiéramos decir que Lucifer quiere dotar al hombre de clarividencia según buenos principios, buenas prácticas, pero automáticamente. Los seres luciféricos quieren hacer del hombre un ser que si bien obre inspirado por la espiritualidad, lo haga como simple réplica del espíritu, es decir, sin voluntad libre, el que sea un autómata.
Esto está relacionado con ciertos secretos específicos de la evolución.
Recordemos que los seres luciféricos han quedado rezagados en otros grados de la evolución, y así introducen un elemento extraño en el proceso normal; tienen el mayor interés en apoderarse del hombre, para que no llegue a la libre voluntad, esa libre voluntad que ellos mismos no pudieron adquirir. La libertad de la voluntad no puede alcanzarse sino en la Tierra y los seres luciféricos nada quieren en relación con la Tierra; sus intereses se relacionan con la evolución de Saturno, Sol y Luna, pretenden mantenerse al margen del ciclo terrestre. Es como si ellos odiasen la libre voluntad del hombre; aunque obran en un alto nivel espiritual, lo hacen automáticamente, hecho sumamente significativo, tratando de elevar al hombre a su altura espiritual, espiritualizarle, si bien automatizándole. Del lado luciférico amenaza pues, el peligro de que el hombre se transforme en un autómata espiritual, antes de haber entrado en plena función su alma consciente, y, por esta razón, quede dormido para la revelación que se anuncia y que acabo de caracterizar.

Pero los seres Ahrimánicos también están trabajando para ocultar esta revelación. No se esfuerzan por hacer del hombre un ser espiritual, sino más bien matan en él la conciencia de su propia espiritualidad. Se esfuerzan por inculcarle la convicción de que él no es más que un animal completamente desarrollado. Ahriman es en verdad el maestro por excelencia del darwinismo materialista, así como el gran maestro de todas aquellas actividades técnicas y prácticas dentro de la evolución terrestre, donde existe la negativa a reconocer la validez de nada, excepto la vida externa de los sentidos, donde el único deseo es una tecnología generalizada, de modo que de una manera más refinada, los hombres deberán satisfacer sus necesidades de hambre, sed, etc. en la misma forma que el animal. Los espíritus ahrimánicos quieren anular, ofuscar la conciencia del hombre en el sentido de ser imagen de la Divinidad. He ahí su propósito en lo que al alma consciente se refiere, y tratan de lograrlo mediante toda clase de sutiles medios científicos.
En épocas pasadas, de nada les habría servido a esos espíritus oscurecerle al hombre la verdad, mediante teorías. ¿Y por qué?.  Incluso durante la época greco-latina, pero más aún en épocas anteriores cuando el hombre todavía poseía las imágenes que le suministraba la clarividencia atávica, era completamente indiferente como el pensara; a través de sus imágenes, intuía el mundo espiritual. Las enseñanzas que Ahriman le hubiese inculcado relativas a su parentesco con los animales, no habrían modificado su actitud ante la vida. No fue hasta la quinta época postatlante, a partir del siglo XV, que cobro potencia el pensar, dentro de su impotencia. Solo a partir de entonces el pensar es capaz de introducir el alma consciente en el dominio espiritual, si bien, al mismo tiempo, impedirle su entrada. Solo ahora vivimos en un tiempo en que una teoría, una ciencia, puede arrebatarle al hombre, conscientemente, su divinidad, sus vivencias relacionadas con lo divino. Esto solo es posible con la llegada de la edad del alma consciente, de esto se aprovechan los espíritus ahrimánicos para difundir enseñanzas que oscurezcan el origen divino del hombre.
La mención de esta corriente contraria a la evolución normal divina del hombre, nos permite inferir como hemos de organizar nuestra vida para que no pase inadvertida la revelación que ha de producirse en el futuro de la evolución humana. En caso contrario, surge un gran peligro del que el hombre ha de estar pendiente, pues de no advertirlo, en vez del significativo acontecimiento que ha de influir poderosamente en la configuración futura de la evolución terrestre, puede tener lugar otro distinto de peligrosas consecuencias.
Ahora, ciertos seres espirituales alcanzan su propia evolución a través del hombre, a medida que, junto con ellos, el evoluciona. Los Ángeles generan sus imágenes en el cuerpo astral humano, no como divagación sino para alcanzar un fin. Y como sea que ha de lograrse ese fin precisamente dentro de la humanidad terrestre, si los hombres, después de haber adquirido el alma consciente, conscientemente de él se desviaran, se tornaría mero juego el trabajo de los Ángeles, o sea, que los Ángeles no habrían sino jugado en la evolución de los cuerpos astrales humanos. Solo a medida que su labor cobra realidad a nivel humano, adquiere seriedad y trasciende la pura veleidad de un juego.
De esto se puede comprender que la actuación de los Ángeles ha de mantenerse la máxima seriedad, que sucedería entre los bastidores de la existencia, si con nuestra pereza, nuestra adormecedora comodidad, convirtiésemos en lúdica la labor angelical.
¿Y si a pesar de todo, fuera así?.  ¿Qué pasaría si la humanidad permaneciera dormida ante el magno acontecimiento de la revelación espiritual que se aproxima?. Si subsistiera el letargo, por ejemplo, ante el segundo de los tres aspectos mencionados, es decir, el relativo a la libertad religiosa; si subsistiera el dormir ante la réplica del Misterio del Gólgota en el plano etéreo, es decir, la nueva aparición del Cristo Etéreo al que tan reiteradamente me he referido; si todo esto pasara inadvertido, los Ángeles tendrían que tratar de lograr, por otro camino, el propósito que ha de alcanzarse con las imágenes tejidas en nuestro cuerpo astral. De no despertar los Ángeles tendrían que realizar sus intenciones a través del cuerpo humano dormido. Lo que quiere decir que, si los hombres perduraran en su sopor durante la vigilia y  así se malograra la labor angélica, esa labor tendría que realizar sus propósitos a través del cuerpo físico y etéreo que yace en la cama; así se lucharía por lo que no ha podido lograrse a través del ser humano despierto, es decir, cuando el alma vigilante se halla en sus cuerpos físico y etéreo.

He ahí el gran peligro que amenaza a la época del alma consciente. Fatalidad que sobrevendría si los hombres no se abren a la vida espiritual antes del tercer milenio, ese tercer milenio al que se entra en el año 2000. Quizá pues, los Ángeles, para realizar sus propósitos, tengan que transferir su labor del cuerpo astral al etéreo, logrando así, a través de los cuerpos dormidos, la realización que correspondía al alma humana despierta. Si esto sucede, el hombre queda al margen, en su ausencia se cumpliría el propósito en el cuerpo etéreo, en tanto que con su participación alerta, esto no sucedería.
Ahora he dado una idea general de estas cosas. ¿Pero cuál sería el resultado si los ángeles se ven obligados a realizar este trabajo sin la participación del hombre mismo, para llevarla a cabo en sus cuerpos etérico y físico durante el sueño?
El resultado en la evolución de la humanidad, sin duda, sería triple. La primera sería que, en los cuerpos dormidos, cuando el hombre no está presente con su Yo y su cuerpo astral, se engendraría algo que, luego encontraría el hombre al despertar. Lo encontraría, no por haberlo buscado en libre voluntad, sino por tropezar con ello, día tras día, como convertido en instinto, sustituyendo la conciencia de su libertad. Y entonces resultaría dañino. Esta amenaza de dañino, se refiere, en particular a ciertos conocimientos instintivos que han de incorporarse en la naturaleza humana, relacionados con el misterio del nacimiento y de la concepción, con toda la vida sexual. Entonces, ciertos Ángeles sufrirán, ellos mismos, una transformación de la que no puedo hablar, porque pertenece a misterios superiores de la Ciencia Iniciática que todavía han de mantenerse en silencio. Lo que sí puedo manifestar es lo siguiente: dentro de la evolución humana, ciertos instintos relacionados con la sexualidad, en vez de que el hombre los admita con la conciencia despierta y lucida, es decir, provechosamente, le invadirían en forma dañina y destructora, no significarían meros desvíos, sino que invadirían la vida social, produciendo en ella estructuras indeseables, ante todo y debido a que la sexualidad pervertiría la sangre humana, esos instintos impedirían la fraternidad: los hombres se rebelarían contra ella, por instinto. Se aproxima pues, el momento crucial en que se abren dos caminos: el camino que va hacia la derecha y que implica estar despierto, y el que va hacia la izquierda, hollado dormido si se quiere con la amenaza del nacimiento de funestos instintos.
¿Y qué cree usted que los expertos científicos dirán cuando tales instintos se hagan evidentes?.  Dirán que es una evolución natural e inevitable en la evolución de la humanidad. La ciencia natural no puede llamar la atención sobre todo esto. Con igual facilidad podrían explicar la transformación de los hombres en ángeles o en diablos. En ambos casos, la ciencia natural afirmaría lo mismo “lo posterior es efecto de lo anterior”, supersabia explicación de la naturaleza con base en la causalidad. Las ciencias naturales no pueden considerar el proceso a que me he referido, y así estimaran necesidad natural el que los seres humanos se transformen en casi demonios a consecuencia de sus instintos sexuales. No pueden las ciencias naturales ofrecer explicación verdadera alguna, pues poseen un solo esquema que justifica lo uno y lo contrario. Estos problemas solo pueden enfocarse mediante el conocimiento espiritual, suprasensible; he ahí la primera de las tres consecuencias.
El segundo aspecto es que a partir de este trabajo, que implica cambios que afectan a los mismos ángeles, además genera otro efecto para la humanidad: el conocimiento instintivo de ciertas sustancias terapéuticas, pero conocimiento nocivo de ellas. Todo lo relacionado con la medicina recibirá un enorme empuje, si bien enorme en sentido materialista. Se lograran intuiciones instintivas sobre el valor curativo de ciertas sustancias y de ciertos procedimientos y esto causará gran daño, que el hombre considerará como un beneficio. Lo morboso se declarará saludable, porque gustarán los nuevos procedimientos y así se aclamará lo que al hombre conduce a lo malsano.
De modo que se ampliara el conocimiento de la virtud curativa de ciertos procedimientos, de ciertos procesos, si bien entrando en un cauce sumamente nocivo, pues ciertos instintos permitirán conocer qué enfermedades pueden provocarse con ciertas sustancias y ciertas prácticas. Así, con criterios egoístas, se podrá elegir entre provocar enfermedades o impedirlas.
La tercera consecuencia que sobrevendrá será el conocimiento de bien determinadas energías que, mediante un leve impulso, sintonizando ciertas ondulaciones, podrán desencadenar poderosas fuerzas mecánicas del mundo. Se llegara al conocimiento instintivo de cierta guía espiritual en el manejo de las maquinas y de todo lo mecánico en general; la técnica entera entrara en un cauce desenfrenado, que el egoísmo humano se complacerá en considerarlo benéfico por rendirle excelentes servicios.
He ahí, mis queridos amigos, la ampliación de nuestro conocimiento concreto de la evolución, conocimiento cuyo alcance solo podrá aquilatar quien sepa apreciar asimismo que la concepción agnóstica de la vida es impotente ante él. Si algún día sobreviniere una medicina perjudicial para la humanidad, un terrible extravío de los instintos sexuales, una dotación del puro mecanismo universal y de la explotación de las fuerzas naturales por potencias espirituales; si todo esto sobreviniere, la concepción agnóstica de la vida, carente de espíritu, no se daría cuenta de todo ello, y no comprendería que se desvía del recto camino. Sería el mismo caso del durmiente que no ve al ladrón que se le acerca, inadvertido para él; a lo sumo notará el daño cuando despierte. He ahí un fatal despertar para el ser humano. Mientras no despierte, sentirá regocijo ante la ampliación instintiva de sus conocimientos sobre las fuerzas curativas de ciertos procesos y sustancias, y sentirá asimismo tal bienestar al perseguir ciertos desvíos de los instintos sexuales, que los estimara como particular objetivación de lo sobrehumano, de la falta de prejuicios, de la espontaneidad. Lo feo se concebirá como bello y lo bello como feo, sin que nadie lo advierta, porque todo se considerará como necesidad natural. Sin embargo, corresponderá a un desvío del camino que, dentro de la humanidad misma, se ha trazado para la propia individualidad del hombre.
Creo que si somos sensibles a como la Ciencia Espiritual se introduce en nuestro ánimo, podemos desarrollar la seriedad que se impone antes las verdades que hoy hemos presentado. El ahonde de la Ciencia Espiritual debiera significar cierto compromiso ante la vida, doquiera estemos, cualquiera que sea nuestro quehacer para el mundo, lo que importa es abrigar el pensamiento de que nuestra actividad ha de quedar saturada e iluminada por nuestra conciencia antroposófica, porque es así como contribuiremos al verdadero progreso de la evolución humana.
Sería un error pensar que la verdadera Ciencia Espiritual, seria y dignamente comprendida, nos desvía del trabajo práctico e intenso en el mundo externo; lo que ella significa es despertarnos, despertar para hechos como los que hoy les presenté.
Quizás quepa preguntar ¿es la vigilia dañina para el sueño?, si, a modo de comparación, consideremos la visión del mundo espiritual como un segundo despertar frente al despertar común después de haber dormido, cabe entonces también preguntar, si la vida de vigilia puede ser nociva para el sueño.
Sí, puede serlo, si la vigilia es desordenada. En cambio, si transcurre ordenadamente, el sueño ambien será sano. Quien lleve una vida inactiva, comoda y ociosa, no podrá disfrutar de un sueño sano. Lo mismo vale en relación con la nueva vigilia que nos apropiamos gracias a la Ciencia Espiritual; si, por su medio, fundamentamos nuestra correcta relación con el mundo espiritual, entonces, a semejanza de cómo la saludable vida de vigilia regulariza el sueño, también se encauzara correctamente nuestro interés por la vida común del mundo sensible, gracias a aquella correcta relación con el mundo espiritual.
Quien mira la vida de nuestro tiempo sin calar ciertas cosas, está dormido. ¡Como se han jactado los humanos, en las últimas décadas especialmente, de su enfoque practico de la vida!. Se ha conseguido que los puestos de mayor influencia los ocupen justamente quienes más desdeñan la vida ideal y espiritual. Eran fáciles los grandes discursos vociferando sobre el enfoque practico de la vida, mientras todavía no se había arrastrado a la humanidad al abismo; pero ahora ya hay quienes comienzan a graznar, aunque la mayoría lo haga tan solo por instinto; ¡todo ha de cambiar!; ¡necesitamos nuevos ideales!. No deja de ser graznido. Y si semejantes demandas se presentan por instinto, sin identificación consciente con la Ciencia Espiritual, arrastran al derrumbe de lo que ha de vivirse en estado de vigilia, no a una provechosa transición evolutiva.
Todavía es posible conseguir, a veces, algún aplauso con la retorica que usa las mismas palabras rutinarias consagradas desde hace mucho tiempo. Pero si del caos ha de nacer nuevamente un cosmos social, los hombres habrán de decidirse a escuchar otras palabras, otros giros. Si en alguna época los hombres que deben estar vigilantes, dejan de estarlo y no se dan cuenta de cuál debiese ser su actitud, nada de real se produce, y lo que asusta no es sino el fantasma de la época anterior, a semejanza de cómo, un muchas comunidades religiosas, deambulan simplemente los espectros del pasado, como en nuestra vida jurídica suele rondar todavía el espectro de la antigua Roma. La Ciencia Espiritual que corresponde a nuestra época del alma consciente, ha de liberar al hombre de esos espectros del pasado, conduciéndole a observar hechos espirituales tales como el que se traduce en la pregunta :¿Qué hace el Ángel en nuestro cuerpo astral?.
Hablar en abstracciones acerca del coro de los Ángeles no constituye sino el primer paso, a lo sumo; el progreso ha de consistir en referirse a lo concreto, esto es, responder a la pregunta inmediata que nos afecta en relación con la época especifica en que vivimos. Nos concierne en forma directa, porque si el Ángel se empeña en tejer imágenes en nuestro cuerpo astral, estas imágenes han de determinar nuestra configuración futura, configuración que ha de lograrse a través del alma consciente.
Si no tuviéramos el alma consciente, no habría motivo de preocuparnos; otros espíritus, otras Jerarquías se encargarían de realizar lo que teje el Ángel; pero como sea que hemos de desarrollar el alma consciente, no acuden otros espíritus que nos sustituyan para realizar las intenciones del Ángel.
Desde luego en la época egipcia fueron otros los Ángeles que laboraron tejiendo, pero, al poco tiempo, aparecieron otras entidades, quedaron los humanos envueltos en oscuridad, debido precisamente a su conciencia clarividente atávica; los hombres tejieron un velo, un denso velo que cubría las imágenes que percibían con su clarividencia atávica. Pero ya llegó la hora de despojarlas de ese velo, y el hombre no debe permanecer dormido ante los acontecimientos que han de penetrar en su vida consciente antes de comenzar el tercer milenio. No nos limitemos a deducir toda clase de enseñanzas de la Ciencia Espiritual Antroposófica, formulemos propósitos. Porque solo ellos nos dotaran de la fuerza para alcanzar el nivel de hombres vigilantes. Es posible convertir en habito, la vigilia, ¡hay tantas cosas dignas de notarse!.
Practiquemos inmediatamente el ejercicio de la vigilancia, y si estamos realmente alertas, comprobaremos que no pasa ningún día sin que algún milagro suceda en nuestra vida. Podemos invertir también esta afirmación y decir: si transcurre un día sin descubrir en él un milagro, es que no supimos captarlo. Traten alguna vez, al anochecer, de pasar revista en su vida diurna, y observaran invariablemente en ella algún episodio, pequeño, grande o mediano, del que puedan decir: se introdujo en mi vida en forma extraña; se realizo extrañamente. Lo lograrán siempre, con tal de que sea abarcante su pensamiento, y observen con suficiente envergadura todo el vasto horizonte de sus experiencias.
Esto no suele hacerse en la vida común, porque nadie se pregunta, por ejemplo ¿Qué ha sido impedido por una u otra razón?. Generalmente, no nos preocupan las cosas no sucedidas y que, de haberse realizado hubieran cambiado radicalmente nuestra vida. Tras esas influencias que, en una u otra forma, quedaron eliminadas de nuestra existencia, late lo que puede educar nuestra atención vigilante. “¿Qué podría haberme sucedido hoy?”. Si todas las noches, me formulo esta pregunta y luego observo los diversos sucesos que pudieran haber tenido una u otra consecuencia, las preguntas originan reflexiones que introducen en nuestra vida disciplina y vigilancia. He ahí algo que puede servir de comienzo y que, de por sí, llevará mas y mas adelante. Por lo común, no tratamos de averiguar lo que significa para nosotros, por ejemplo, el no haber podido salir, digamos, a las 11 horas de la mañana, porque precisamente entonces vino alguien que nos detuvo. La demora nos irrita, y no se nos ocurre preguntar: ¿Qué hubiera sucedido de haber salido a la hora propuesta?, ¿Qué cambios me produjo esto?.
En otra oportunidad hablé detenidamente de todo esto; desde la observación de lo negativo en  nuestro vivir cotidiano, negativo que sin embargo, puede ser testimonio de una sabia conducción, hay un camino directo y visible hacia la observación del Ángel activo en nuestro cuerpo astral.

de la CocineradeMatrix.VK


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1 comentario:

  1. Gracias!!! por tan reveladora actividad de los ángeles y de nuestra responsabilidad como seres conscientes en este proceso evolutivo en el que queramos o nó estamos inmersos........

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